Las diferentes herramientas para cortar chapa, papel, tejidos e incluso las ramas y partes marchitas de árboles y arbustos necesitan ser afiladas de vez en cuando para que cumplan con su función.
Existen dos sistemas de afilado, en seco y al agua. Probablemente el más interesante para todo aficionado al bricolaje sea el primero, porque sirve para poder mantener en buenas condiciones las herramientas de construcción, jardinería, cortachapas… No obstante casi todas las herramientas que se utilizan para cortar madera, gubias, formones cepillos de carpintero y demás deben de ser afiladas al agua.
Lo más común es emplear sistemas de afilado en seco manuales, conocidos comúnmente como piedras de afilar, aunque si estamos trabajando en la huerta y no tenemos una a mano podemos intentar afilar la herramienta con una simple piedra que se adecue a nuestras necesidades.
Si afilamos con asiduidad las herramientas también podemos plantearnos la posibilidad de comprar una afiladora eléctrica que, gracias al movimiento de giro de su motor, permite afilar cómodamente. Del motor de la afiladora eléctrica sale un eje con dos brazos, que son los que se encargan de transmitir el movimiento de giro a las piedras que realizan el proceso de afilado.
Este tipo de herramientas suelen disponer de un soporte sobre el que apoyar la herramienta que se va a afilar y un sistema que impide que las chispas que se producen durante el proceso de afilado lleguen a quemar. Por otra parte las afiladoras eléctricas al agua son las que disponen de un sistema de refrigerado que evita que las piezas que se afilan se sobrecalienten mientras están sometidas al mencionado proceso.
Es conveniente que la afiladora eléctrica disponga de un sistema de refrigeración, porque el afilado en seco hace que las hojas de las herramientas delicadas se destemplen y pierdan sus componentes de carbono, algo que obliga a desecharlas.