A la hora de planificar un jardín hay que tener en cuenta varios elementos y los climatológicos son algunos que se deben valorar. El viento es uno más de los fenómenos meteorológicos que hay que tener presentes, pero en muchas ocasiones se olvida y, aunque no lo parezca, puede ser un problema importante.
Las consecuencias directas de los vendavales son claramente perjudiciales, pero obviamente éstos no suelen darse con frecuencia y no se pueden evitar. Sin embargo, sí podemos ocuparnos del viento constante que se da a diario y es especialmente dañino, porque no permite la aparición de brotes en el área orientada hacia donde sopla.
Con el fin de evitar los efectos negativos de este viento, hay que buscar alguna forma de proteger los lugares descubiertos. Si se recurre a algún sistema artificial, como puede ser la colocación de una pared, ésta creará una corriente hacia abajo en cada uno de sus lados que acabará perjudicando igualmente a las plantas.
En la práctica, la mejor opción, que además también constituye una solución decorativa, es recurrir a la protección vegetal. Un ejemplo claro lo constituyen los setos, que amortiguan la velocidad del viento en una distancia hasta 10 veces superior a su altura. Es decir, que un seto de 2 metros de altura resguardará del viento a todas aquellas plantas que se encuentren a 20 metros de él.