En primer lugar se debe averiguar que parte de la puerta es la que roza. Para ello, se coge una tiza y se pasa por el canto de la puerta, cerrándola y abriéndola varias veces. De este modo, se puede comprobar qué parte es la que roza, ya que los lugares donde haya desaparecido la tiza son los que rozan. A continuación, sólo hay que cepillar esas partes para acabar con este problema. Para ello se recomienda emplear una lija o mejor aún, una lijadora. Si no se sabe cómo hacerlo lo ideal es pedir consejo a un experto en bricolaje.