Este curioso ejemplar, oriundo de las regiones desérticas de Sudáfrica, tiene un aspecto sumamente singular. El lithops adopta la forma de los guijarros entre los que crece y se oculta.
A pesar de su origen desértico podemos cultivar éste ejemplar en el alfeizar de una ventana soleada. Aunque tiene parentesco con los cáctus no se asemejan a éstos en su aspecto externo, ya que no tienen espinas.
Necesita de una ubicación muy luminosa, dónde reciba los rayos del sol, riegos moderados y ser abonada con un producto específico para los cactus. Aunque sorprenda es un ejemplar que llega a florecer y su flor es muy peculiar, ya que muere a los dos días y aparece únicamente una por planta. Florece a lo largo del verano y el otoño, cambiando su aspecto radicalmente, al producir flores de gran tamaño y con un tallo grueso que parece una rama fina de un árbol. Cuándo las flores se hayan marchitado deberá dejar de regar su ejemplar hasta la primavera
Respecto a sus necesidades de riego apenas requiere atenciones, debido a que al igual que los cáctus sus grandes hojas son verdaderos depósitos de agua. Es un ejemplar carnoso, de tallo corto y con las mencionadas dos hojas carnosas unidas en su base.