La hosta es una planta oriunda del noroeste del continente asiático de la que podemos encontrar unas 40 especies. Es un ejemplar herbáceo de hojas lanceoladas que a veces llegan a alcanzar los 30 centímetros de largo y 20 de ancho.
Es una planta que apenas requiere cuidados siempre que el emplazamiento inicial que hayamos elegido sea el adecuado. La ubicación ideal sería una zona en remanso y a la sombra en la que no reciba rayos solares que puedan quemar sus grandes hojas. En un lugar sombreado sus hojas se desarrollarán en mayor medida. Generalmente suelen ubicarse bajo las copas de los árboles.
A partir del mes de junio, la hosta produce densos racimos de flores generalmente no perfumadas, de color blanco, violeta, verde o rosa, sujetas a finos y delgados tallos. No obstante, su principal atractivo son sus grandes hojas, que no hay que dejar que se sequen. Si lo hacen debemos retirarlas o bien recortar las partes secas.
Sus hojas son muy robustas y de forma acorazonada. Cuando brotan su color es dorado brillante y durante el verano se vuelven amarillo limón. Debe mantener siempre esta planta con un grado de humedad alto, pero evitando encharcarla porque sus raíces se pudren con mucha facilidad.
Sus principales enemigos son los caracoles y las babosas, que encuentran en sus hojas una buena fuente de alimento.
