Adoptada una directiva que obliga a revisiones constantes de los sistemas de climatización de los edificios

La UE estima que si se aplica de forma adecuada esta norma se reducirá un 22% el consumo energético
Por EROSKI Consumer 16 de octubre de 2002

Bruselas adoptó ayer, tras meses de procedimiento legislativo, una directiva que impone revisiones constantes de los sistemas de climatización de los edificios, así como certificados homologados. Estos sistemas son, después del transporte, los que más contaminan el aire en Europa.

El pleno del Parlamento Europeo aprobó el pasado jueves por unanimidad la directiva, y ayer, una vez revisadas las enmiendas, los expertos en Energía de los países miembros aprobaron el texto definitivo. La UE calcula que si la norma se aplica adecuadamente se reducirá en un 22% el consumo energético de los edificios y, por tanto, también se generará menos cantidad de dióxido de carbono (CO2). Más de un 40% del consumo de energía en la UE tiene lugar en los edificios, en su mayoría en calefacción, agua caliente, refrigeración y alumbrado.

La directiva será de obligada aplicación en los Quince a partir de 2008, momento en que comienza el periodo de verificación del Protocolo de Kioto, en los nuevos edificios de más de 1.000 metros cuadrados o en los que sufran una renovación importante.

De esta forma, cuando entre en vigor, todos estos edificios deberán contar con revisiones de sus calderas cada cinco años y cumplir con unos requisitos mínimos de aislamiento, calefacción, aireación y recuperación de energía. Los datos de la inspección quedarán recogidos en unos certificados de eficiencia energética que podrán ser utilizados, por ejemplo, en la negociación a la hora de alquilar o vender una parte o la totalidad del edificio.

En lo que a España se refiere, el eurodiputado Alejo Vidal-Quadras, ponente de la directiva, cree que no habrá ningún problema técnico para aplicar la directiva, aunque sí se deberán expedir certificaciones completamente nuevas.

La propuesta de esta nueva normativa partió en abril de 2001 de los servicios de Energía de la Comisión Europea, ante la dificultad de parar la creciente demanda de energía en Europa. En su opinión, la única forma de respetar el acuerdo de Kioto es ahorrar en consumo energético.

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