España es el segundo país de la zona euro con más billetes de euros falsos en circulación

El hecho de ser un gran destino turístico mundial facilita la introducción de falsificaciones
Por EROSKI Consumer 1 de noviembre de 2004

«Tocar, mirar y comprobar» son las sencillas operaciones que el Banco Central Europeo (BCE) recomienda para constatar la autenticidad de los billetes de euros. Sin embargo, estos consejos apenas son seguidos en España. No en vano, nuestro país es el segundo de la Unión Económica y Monetaria (UEM) con más billetes de euros falsos en circulación, o por lo menos el segundo donde más se detectan. Según fuentes policiales, «en España muy pocos se aseguran de hacer comprobaciones. La gente coge el dinero y se lo mete directamente en el bolsillo».

Pero, sin duda, la principal circunstancia que facilita la introducción de billetes falsos es que España, junto a Francia e Italia, otros dos países muy afectados por las falsificaciones, son grandes destinos turísticos a nivel mundial. Esto es muy atractivo para los falsificadores y las redes de distribución, ya que las grandes concentraciones de personas y el trasiego de billetes es una garantía para la labor de los delincuentes.

Desde la implantación del euro en el año 2002, el número de billetes falsos en el mercado ha crecido de forma importante y, aproximadamente, un 20% de los mismos se localizan en España. Según el BCE, en el primer semestre del año se han retirado de la circulación más de 300.000 billetes fraudulentos. Para finales de 2004 se espera que esa cifra se duplique.

Las falsificaciones, además de aumentar en número, lo han hecho también en calidad. De las fotocopias detectadas en los primeros momentos de la llegada del euro, se ha pasado a auténticas obras de arte con gran parecido al original. El uso de ordenadores e impresoras de última generación ha permitido a los falsificadores imitar las medidas de seguridad y ha puesto al alcance de cualquier persona la posibilidad de reproducir en su casa un billete de euro.

Francisco Méndez, director técnico de Signe Scientia, empresa dedicada a ediciones de seguridad, señala que muchos utilizan «programas informáticos de tratamiento de la imagen», con los que tratan de copiar las medidas de seguridad. Para Méndez, «lo que más les cuesta imitar es el papel, que, aunque cada vez es de mayor calidad, no consigue igualar al original, fabricado con una pasta de algodón y lino, sin blanqueantes ópticos».

Para intentar colaborar en la lucha contra el fraude, los grandes fabricantes de impresoras, fotocopiadoras y otros equipos electrónicos han adoptado medidas conjuntas.

En el último año, los billetes que más se falsificaron en Europa fueron los de 20, 50 y 100 euros. El hecho de ser los más utilizados hace que se conviertan en los favoritos de los falsificadores, ya que son los que menos se vigila su autenticidad en los establecimientos comerciales.

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