Depósitos crecientes, al alza

Esta modalidad de inversión gana protagonismo debido a sus garantías de seguridad y al aumento de la rentabilidad con el paso del tiempo
Por Laura Caorsi 18 de agosto de 2010
Img billetes

Los depósitos crecientes son un producto financiero que ha comenzado a extenderse en la banca española con rapidez durante el último año y medio. Hoy, casi todas las entidades cuentan con esta modalidad de inversión. Es un producto seguro, ya que permite conservar el 100% del capital invertido y obtener una rentabilidad elevada en relación a su bajo riesgo. La característica más llamativa es que funcionan como los depósitos a plazo fijo, pero proporcionan a los titulares unas rentabilidades siempre en aumento, cuyo punto más alto se da en el último tramo, antes de su vencimiento.

¿Qué son?

El Banco de España (BDE) los define como depósitos a plazo, a los cuales se aplica un tipo de interés que aumenta cada año en un número predeterminado de puntos porcentuales.

Son instrumentos con tipos de interés fijos hasta su vencimiento y estos, así como las demás condiciones del acuerdo, se pactan con el cliente al inicio, cuando se firma el contrato. Un ejemplo claro es el depósito con tipo de interés creciente que se firma a cuatro años, remunerado con un interés del 5% el primer año, 7% el segundo, 9% el tercero y 13% el cuarto.

Se penaliza por cancelación anticipada y se fijan cantidades mínimas y máximas para depositar

¿Cómo funcionan?

El concepto es sencillo. El cliente deposita, una única vez, una cantidad de dinero determinada para un periodo de tiempo concreto. El banco divide ese tiempo en tramos de igual duración y asigna a cada tramo un tipo de interés diferente, cada uno más elevado que el anterior. La duración habitual del proceso es de tres años, aunque hay depósitos más breves y otros más largos. También es común que se establezcan penalizaciones por cancelación anticipada y que se fijen cantidades mínimas y máximas para depositar.

  • Principales ventajas. La seguridad y la capacidad de previsión constituyen los beneficios más atractivos. Al firmar un depósito creciente, el titular sabe con exactitud cuánto tiempo tendrá inmovilizado su capital y cuánto dinero ganará al cabo de ese periodo. La duración del depósito, los porcentajes de interés y el momento en que estos aumentan se establecen de antemano. Cuando acaba el contrato, el cliente recupera el dinero que invirtió, más el equivalente a los intereses generados. Las ganancias son elevadas si se considera que no es una inversión de riesgo.

  • Principales desventajas. Las condiciones varían según la entidad, pero estos productos financieros ponen topes mínimos y máximos de capital al cliente. En general, la cantidad mínima exigida ronda 12.000 euros y la máxima no puede sobrepasar 100.000 euros. La base limita el acceso a un porcentaje significativo de la población, que no dispone de ese dinero para inmovilizarlo durante varios años, y el techo desmotiva a los clientes con más capital, que buscan opciones sin límites de inversión para obtener rentabilidades más altas. Otra desventaja de estos depósitos es que, en su mayoría, cobran un porcentaje por cancelación anticipada. Las penalizaciones oscilan entre el 1% y el 4%, aunque siempre son inferiores a los intereses cobrados por el cliente hasta el momento de la cancelación.

  • Cuestión de interés. Las entidades que ofrecen depósitos crecientes hacen hincapié en la rentabilidad. Para ello, enfatizan siempre el porcentaje del último tramo, que proporciona los intereses más elevados. No obstante, para saber cuánto dinero se ganará, es necesario calcular un promedio entre los diferentes valores que se suceden durante la vida del depósito. De este modo, si los porcentajes son del 2% para el primer año, 3,7% para el segundo y 4% para el tercero, la TAE al vencimiento será del 3,2%. Al elegir un paquete u otro, hay que considerar que la ganancia real será equivalente al valor medio de los intereses, no al del último año. Por ello, hay que tener en cuenta todos los tipos de interés, en lugar de entusiasmarse con el último.

Modalidades

Los depósitos con interés creciente que brindan las distintas entidades comparten el rasgo que los define como tales: el rédito aumenta conforme pasa el tiempo. Sin embargo, en todo lo demás, hay múltiples diferencias. Las principales son:

  • No siempre se exigen cantidades mínimas o se ponen topes al inversor. En algunos casos, la elección de la cuantía es libre.

  • Las comisiones de cancelación anticipada varían y, en ocasiones, ni siquiera hay.

  • Aunque el plazo promedio para estos depósitos es de tres años, hay planes que duplican ese periodo y otros que no llegan ni a la mitad. Los más breves que se ofrecen en el mercado van de 6 a 12 meses y tienen revisiones trimestrales.

  • La liquidación de intereses puede ser trimestral, semestral o anual, según lo pactado entre el cliente y el banco.

Su principal ventaja es saber cuánto tiempo estará inmovilizado el capital y cuánto dinero se ganará en ese periodo

La variedad de capitales y plazos está orientada a captar distintos segmentos del mercado con necesidades diferentes, desde el público joven hasta los jubilados y pensionistas. Por ello hay un amplio abanico de planes, incluso en una misma entidad. En cuanto a las penalizaciones por cancelación anticipada, conviene recordar que, aunque no se apliquen, el inversor ganará menos dinero del previsto, ya que no accederá a la alta rentabilidad del periodo final.

En cualquier caso, al contratar un depósito creciente, es fundamental revisar las garantías y las condiciones que se pactan con el banco, así como calcular el interés medio, que será la ganancia real.

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