Nuevas cuentas superrentables hasta el 7%: ¿merecen la pena?

Obtener rentabilidades de hasta el 7% no es sencillo, por lo que el cliente debe valorar si le conviene aceptar las numerosas condiciones que le impondrá el banco por estas cuentas
Por A. Portolés, Helpmycash 16 de septiembre de 2015
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Imagen: James Robinson

En 2015 ya no existen depósitos con extratipo, pero sí cuentas superrentables. Las principales entidades españolas, ya recuperadas de su crisis de liquidez, comercializan cuentas remuneradas al 3%, 5% y hasta 7% TAE. Ahora bien, obtener este interés está sujeto a muchas condiciones que el cliente debe conocer y valorar, antes de firmar y comprometerse durante años a mantener contratos que pueden no ser de su interés. En el siguiente artículo se desvelan cuáles son estos requisitos.

Imagen: James Robinson

¿Vale la pena ‘casarse’ con el banco por un plus de rentabilidad?

El cliente que quiera contratar una de estas cuentas superrentables para hacerse con la rentabilidad prometida puede encontrarse con condiciones que no se esperaba. La primera y más importante es que, en muchos casos, el interés anunciado solo se aplica sobre una cantidad máxima establecida, como 5.000 euros, y/o durante un periodo de tiempo limitado, por ejemplo, durante el primer año.

A partir de ahí, la rentabilidad pasa a ser de la mitad o menos. Lo importante en este caso es comprobar a qué permanencia nos estamos comprometiendo. No sería justo, pero puede pasar, que la rentabilidad interesante solo dure 12 meses pero la permanencia sea de 24.

Además, el banco puede imponer a su nuevo cliente la contratación de hasta media docena de productos vinculados. Conozcamos los pros y contras de cada uno:

  • Domiciliar la nómina. Todas las cuentas que ofrecen una rentabilidad superior al 3% obligan a que el cliente les lleve sus ingresos, que rara vez podrán ser inferiores a 1.000 euros. Esta operación no tiene ningún coste para el usuario pero existen dos inconvenientes: uno, que si antes este gesto suponía que la entidad no cobraría comisiones, ahora no es así en todos los casos; y dos, que si el cliente, por una baja laboral o desempleo, dejara de aportar al banco la cantidad mínima requerida, la rentabilidad podría variar a la baja.
  • Domiciliar recibos. En general se insta al cliente a domiciliar al menos los pagos de tres facturas del hogar, lo que no tiene ningún coste para él. Es una de las condiciones más inocuas que puede poner la entidad a cambio de la rentabilidad.
  • Contratar una tarjeta de crédito o débito. Lo más habitual es que el banco imponga un gasto mínimo mensual o anual con la tarjeta. El peligro está en que estas tarjetas pueden tener un coste de mantenimiento, que en el mercado actual oscila entre los 20 y los 50 euros.
  • Contratar un seguro. El objeto del seguro puede ser más o menos negociable (vida, hogar, automóvil, salud…), pero debe contratarse con la entidad bancaria. Este es, sin duda, uno de los grandes peligros de estas cuentas, ya que los precios de los seguros vinculados, que ya suelen ser más caros que los de cualquier aseguradora, pueden subir año tras año, sin que el cliente pueda hacer nada para impedirlo.
  • Abrir un plan de pensiones. Como en el caso de las tarjetas, lo normal es que la entidad obligue a realizar ingresos anuales mínimos, que no suelen ser inferiores a los 600 euros. Aunque este dinero no pueda considerarse un coste, puesto que el cliente lo ahorra para sí, sí son ciertas dos cosas: una, algunos planes de pensiones pueden hacernos perder dinero; y dos, no siempre viene bien deshacerse de esas cantidades, por lo que puede resultar duro cumplir con esta condición.
  • Tener ahorros en la entidad. El banco también puede requerirnos que contratemos un depósito, fondo de inversión o que tengamos una cantidad determinada a la vista, por ejemplo de 3.000 euros, lo que en algunos casos también puede limitar nuestra liquidez mensual.

En algunas entidades todos estos productos son obligatorios, mientras que en otros se trata de un sistema de bonificaciones, de forma que cuantos más productos acepte el cliente, mayor será la rentabilidad que puede obtener.

Hacer cuentas para descubrir la verdadera ganancia

En cualquier caso, las nuevas ofertas llegan con un claro mensaje al ahorrador: se acabó la rentabilidad a cambio de únicamente dinero. Los expertos reconocen que la mayoría de estas cuentas terminan por salir rentables al cliente, aunque no tanto como puede parecer a simple vista, antes de analizar la oferta a fondo.

Así que, antes de firmar una de las nuevas cuentas, los especialistas recomiendan preguntar, por un lado, la rentabilidad que es posible obtener una vez pase el primer año y compararla con las obligaciones y costes a las que obliga tal rentabilidad: permanencia, nómina mínima aceptada, comisiones, coste anual de las tarjetas asociadas y, sobre todo, coste de los seguros. Solo así podremos valorar cuántos de estos productos estamos dispuestos a contratar y conocer cuál es la rentabilidad neta de cada oferta.

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