La eutanasia del perro: cómo afrontarla

La eutanasia tiene como principales objetivos garantizar el bienestar del perro en sus últimas horas y evitar su sufrimiento
Por Carolina Pinedo 30 de enero de 2012
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Imagen: shiladsen

Un perro vive alrededor de 16 años, tiempo más que suficiente para que se creen lazos afectivos muy estrechos con sus dueños. La muerte de un compañero, tan especial, es un trauma difícil de superar. Hay circunstancias, como la eutanasia, que complican aún más aceptar la muerte del perro. En estos casos, buscar en los últimos momentos de vida el bienestar del animal, es lo más recomendable, tanto para el perro, como para sus dueños.

El veterinario plantea la eutanasia como última opción, cuando es consciente de que prolongar la vida al perro le va a acarrear un sufrimiento innecesario. Es decir, el desenlace será, de igual manera, el fallecimiento del animal.

El sacrificio no implica sufrimiento para el perro, porque queda dormido, en cuestión de segundos y no sufre
Es lógico sentir tristeza cuando se toma la difícil decisión de «dormir» a tu fiel amigo. La decisión de practicar la eutanasia al perro es la más complicada y traumática para los dueños de un perro, pero siempre hay que pensar que se actúa por el bien del perro. De esta manera, también sus dueños pueden conservar un recuerdo menos doloroso sobre la muerte del animal, que si le ven sufrir y desmejorar día a día.

El sacrificio no implica sufrimiento para el perro, porque queda dormido en cuestión de segundos y no sufre. De hecho, cuando se sacrifica a un animal, para evitarle un gran sufrimiento, se denomina: eutanasia o sacrificio terapeútico. La palabra eutanasia es de origen griego y significa: «muerte sin sufrimiento físico». Si el veterinario recomienda el sacrificio del animal no hay que ser egoísta y pensar que lo mejor es que el perro se quede con nosotros a costa de su sufrimiento. Todo lo contrario, el verdadero acto de amor y generosidad es dejar que el animal se marche sin dolor y en paz.

Tipo de eutanasia

La eutanasia que se practica al perro puede ser de varias maneras y según estas modalidades podemos encontrar:

La eutanasia activa que consiste en la muerte indolora del perro cuando está sufriendo mucho y no hay ninguna posibilidad de curación. Se puede aplicar una inyección con una sustancia que produce primero un estado de inconsciencia y luego la muerte.

La eutanasia pasiva. En este caso no se usa ninguna sustancia para provocar la muerte, sino que se suspende un tratamiento que prolonga la vida del animal, pero con gran sufrimiento.

La eutanasia indirecta consiste en tratar los síntomas de la agonía del perro, con el principal objetivo de evitar su sufrimiento, y sin tener en cuenta que se puede acelerar la muerte del perro. Por ejemplo, se le administra un medicamento que palia el dolor, aunque se sabe que esa sustancia acelera la muerte del perro.

Capacidad de decisión

Los perros no pueden tomar decisiones en estas circunstancias, así que son los dueños quienes deben de hacerlo por ellos, pero nuestros sentimientos nos pueden jugar malas pasadas y hacernos ver las cosas de manera subjetiva, sin tener en cuenta el bienestar del animal. Por ello, puede ayudar el hecho de tomar la decisión de practicar la eutanasia al animal de una manera compartida con personas de confianza como familiares o amigos. El veterinario también supone una pieza fundamental para explicar a los angustiados dueños en qué consiste la eutanasia y por qué se debe practicar. Nadie mejor que el veterinario, que ha pasado por esa experiencia en muchas ocasiones, para guiar y resolver dudas sobre la situación.

El momento más difícil

Las fuerzas pueden fallar a la hora de llevar a nuestro fiel amigo a la clínica para practicarle la eutanasia. Una solución, puede ser: delegar en una persona de confianza para que lo haga y despedirse del animal en casa. Sin embargo, si puede ser, lo recomendable es que el dueño haga el último viaje con su perro. De esta manera, el animal se sentirá más reconfortado y tranquilo.

El momento del último adiós es el más complicado. Es recomendable que se produzca en un ambiente tranquilo, agradable y discreto. El perro se mostrará más relajado y confiado si su dueño le habla, acaricia y muestra su apoyo. De esta forma, no quedará el sentimiento de no haber acompañado a nuestro fiel amigo hasta el final, y el duelo por su muerte será más llevadero.

Los niños

Así como en el caso de los adultos sí es recomendable que acompañen al perro en sus últimos momentos, en el de los niños no es aconsejable que estén presentes. Se trata de una situación complicada de entender, sobre todo para un niño de corta edad.

Así como en el caso de los adultos sí es recomendable acompañar al perro en sus últimos momentos, en el de los niños no es aconsejable que estén presentes
Es posible que comprendan el significado de la muerte, pero en el caso de la eutanasia , como forma de programar la muerte de un ser querido para evitarle sufrimiento, implica un nivel de experiencia, que a esa edad no se tiene. De forma que la situación puede generar en el niño sentimientos de culpabilidad y angustia .

Consejos
  • En caso de enfermedad y, por prescripción veterinaria, buscar el bienestar del animal, que en ocasiones, pasa por la eutanasia.

  • Despedirse del animal y, si el ánimo lo permite, acompañar al perro en sus últimos instantes.

  • El duelo es más llevadero si se tiene un lugar donde visitar al perro. Poder rendirle un último homenaje, siempre reconforta.

  • Procurar no culpabilizarse por el hecho de haber decidido practicar la eutanasia. Hay que pensar que se hizo por el bien del perro y para procurarle una muerte digna.

  • La presencia de los niños en estos casos no es recomendable. Ellos no están preparados psicológicamente para comprender la eutanasia de su amigo.

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