Su perro pasa el día dormitando en el sofá. Ha perdido las ganas de jugar y hace días que no se abalanza sobre su cuenco de comida con el mismo afán que antes. ¿Puede estar deprimido? Los expertos explican que sí. Y no solo eso: la depresión en canes no es tan diferente a la depresión en personas. En este artículo se explica por qué se deprimen los perros, cómo reconocer la tristeza canina, por qué los perros con depresión pierden las ganas de comer y qué hacer para ayudar al can cuando está deprimido.
Los perros también se deprimen
«Todas las dolencias psicológicas y psiquiátricas que nos afectan a las personas también afectan a los animales con los que vivimos, en mayor o menor medida», afirma el veterinario Nicholas Dodman, experto en comportamiento animal y autor de numerosos manuales de psicología canina, entre ellos el ya clásico ‘El perro que quería demasiado’ (‘The dog who loved too much‘, Bantam Books).
Tras una mudanza reciente o ser padres por primera vez, de pronto el can ha perdido las ganas de jugar y se muestra apático. ¿Extraño? Pues los expertos explican que esta tristeza no es tan rara: los animales tienen emociones y, como los humanos, son susceptibles de padecer depresión.
Según un estudio realizado por la asociación protectora veterinaria PDSA, una de cada tres personas que comparten su vida con un can o felino afirma haber notado en sus amigos de cuatro patas síntomas de depresión, entre ellos, tristeza y falta de energía.
¿Los perros por qué se deprimen?
Nadie duda de que situaciones como la pérdida de su humano querido o de otro compañero animal cause cambios de comportamiento en los perros y síntomas que identificamos con la depresión», añade el psicólogo y experto en conducta canina Stanley Coren.
Pero los perros también son sensibles a los cambios en su entorno y rutina. Del mismo modo que una mudanza puede ser motivo de desconcierto y tristeza en un niño pequeño, también puede afectar al can. Incluso la llegada del otoño y del frío puede causar cierta depresión estacional en los perros.
Pero hay más motivos para que un can se deprima. Una enfermedad o lesión, el maltrato animal, así como el hecho de permanecer atado durante largos periodos de tiempo o carecer de compañía y afecto, son razones suficientes para desencadenar la depresión canina.
Aunque no es sorprendente que un perro se sienta triste y con el ánimo bajo en especial durante periodos de cambio, «es más extraño que sufra una depresión prolongada; lo normal es que la depresión canina dure entre unos días y varios meses, como máximo», aclara el veteterinario y etólogo John Ciribassi, coautor de ‘Descodificando a tu perro’ (‘Decoding your dog‘, Houghton Mifflin Harcourt, 2014).
¿Cómo saber si el perro está deprimido?
Los signos de la depresión canina son muy similares a los que sufren las personas. El perro se mostrará más retraído, menos activo. Además, sus hábitos de alimentación pueden cambiar, y hasta puede perder su apetito. También el sueño puede verse alterado, y el can puede pasar más horas al día dormitando de lo que es habitual en él. Además, el perro deprimido parece no disfrutar de las cosas como antes: puede perder interés por el juego, los paseos. Puede mostrarse inseguro o irritable. Hasta es posible que destroce más muebles en casa, consecuencia del estado de extrañeza en el que está sumido.
No obstante, estas señales también pueden revelar que el can sufre alguna enfermedad (como artritis canina) o dolor, por lo que si aparecen algunos de estos síntomas, es importante acudir a la clínica para que el amigo de cuatro patas se someta a un reconocimiento veterinario completo.
Mi perro está deprimido, ¿qué hago?
Un perro deprimido agradecerá una dosis de cuidados y cariño adicional por parte de sus queridos humanos. Una pauta importante es mantenerle ocupado, con propuestas de juego canino y actividad de las que disfrute. «A veces es suficiente con proponerle un poco más de ejercicio del habitual, prolongar sus paseos para que el perro se encuentre mejor u ofrecerle trayectos cortos diarios en el coche, si sabemos que eso le gusta a nuestro amigo», afirma Ciribassi.
¿Otra clave? Muchas veces son sus propios dueños los que provocan la tristeza en sus amigos de cuatro patas: los perros son empáticos a los sentimientos de las personas y responden a sus estados de ánimo. Por eso, si uno está triste, la mejor forma de ayudar al can es preocuparse por uno mismo. Si se está nervioso o triste, el perro no tardará en saber que hay algo que le preocupa y por lo que preocuparse.
El truco es recordar premiarle por las señales de felicidad que muestre: cuando el perro agite su cola porque está feliz, no hay que olvidar reconfortarle con muestras de cariño e incluso con sus premios comestibles preferidos. «Y al contrario: es importante no reforzar los comportamientos tristes, con excesiva atención cuando esté desanimado, porque entonces nuestro can creerá que estamos premiando ese comportamiento», comentan los expertos.
¿Y si nada de esto funciona? Entonces hay que acudir al veterinario o etólogo canino para que recete alguna medicación contra la depresión. Pero esto es importante: nunca hay que automedicar a los perros, ya que los fármacos humanos pueden ser muy peligrosos, incluso mortales para los amigos de cuatro patas.
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