Arquitectos buscan las bases para sentar la incipiente arquitectura bioclimática y ecológica

Este tipo de edificación reduce entre un 40% y un 80% el consumo de electricidad
Por EROSKI Consumer 14 de noviembre de 2002

De la misma manera que hoy en día nadie se plantea comprar un coche sin atender al consumo de combustible, debía exigirse que las viviendas sean bioclimáticas y ecológicas. Así opinan los arquitectos, investigadores, aparejadores y empresarios que ayer se reunieron en el Centro Educativo de Medio Ambiente de la Comunidad Murciana (Cemacam) para participar en el seminario «Arquitectura Bioclimática», organizado por la Agencia de Gestión de Energía de la Región de Murcia.

Este tipo de arquitectura -«aún incipiente y que debemos promocionar», en palabras del director general de Industria de la Comunidad de Murcia, Horacio Sánchez- se encarga de la construcción de viviendas que aprovechan la radiación solar en los meses fríos y la rechazan en los calurosos; aprovechan la ventilación para combatir la humedad y para evacuar el aire caliente molesto; y emplean el aislamiento para reducir los intercambios térmicos con el exterior; además de estar construidas con materiales no tóxicos y reciclables, y de emplear energías renovables. «Todas estas características permiten reducir entre un 40% y un 80% el consumo de electricidad», explica Rosario Heras, del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat), «y además de ser beneficioso para el medio ambiente, repercute en un ahorro mensual en la economía doméstica», añade.

Uno de los pilares básicos de este tipo de arquitectura es la orientación adecuada con respecto al sol, cuestión que también supone el principal escollo a la hora de aplicar estos parámetros de manera generalizada en los núcleos urbanos. «En un casco urbano es muy difícil que todas las viviendas tengan la orientación perfecta al sol, porque habría que cambiar totalmente el modelo de ciudades. Pero muchas de las ventajas de estas construcciones se pueden trasladar de manera generalizada a la edificación de viviendas», matiza Horacio Sánchez.

Tradicionalmente, la arquitectura popular ha hecho uso de las ventajas del entorno: la orientación, un aislamiento adecuado, el reaprovechamiento de los materiales; pero las comodidades de las tecnologías desarrolladas han acabado por desbancar el sentido común de la construcción para sustituirlo por un abuso de la energía eléctrica en sus múltiples aplicaciones: calefacción, refrigeración, iluminación…

Materiales naturales como la arcilla, la cerámica, la madera o la cal, constituyen una de las claves de este tipo de arquitectura que desecha materiales como el PVC, el plomo, el cobre y hasta el cemento. Sin embargo, el encontrar materiales que cumplan los requisitos que exige la arquitectura ecológica se ha convertido en una empresa difícil. «Al no haber suficiente demanda, aunque existen los productos, son más caros y cuesta más encontrarlos», comenta Francisco Martínez, aparejador murciano.

Otra de las propuestas de esta nueva concepción en el modo de edificar consiste en la reutilización de los materiales, una vez demolido el edificio, y en la supresión de elementos tóxicos para el ser humano. «Los lacados de las maderas e incluso las pinturas empleadas no transpiran y además desprenden sustancias tóxicas que a la larga perjudican a los habitantes de las casas», comenta Francisco Martínez. Por este motivo, recomienda el empleo de sustancias como la linaza o las ceras naturales para el acabado de las superficies como la madera.

Otros de los aspectos que se recuperan son las ventanas retranqueadas, en las fachadas sur de los edificios, pequeñas ventanas en las fachadas norte, desechar las persianas interiores, que no sirven como aislantes, e instalar sistemas que permitan reutilizar las aguas grises en sistemas de riego.

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