El cabo de Creus (Gerona) es de las pocas áreas del Mediterráneo donde se producen cascadas submarinas, según ha descubierto un equipo de científicos catalanes y franceses. Estas cascadas han dado lugar a una especie de campos labrados o surcos gigantes, que hasta ahora no se habían detectado, provocados por la acción abrasiva de la arena que arrastran.
Las cascadas submarinas suelen tener una periodicidad anual -entre los meses de febrero y marzo-, aunque pocas veces se producen en magnitudes como la que se detectó en el invierno de 2004-2005 en esta zona, cuando la cascada estuvo fluyendo durante 40 días ininterrumpidos a una velocidad de unos cuatro kilómetros por hora.
Los científicos, pertenecientes a la Universidad de Barcelona (UB), el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) y el Centro de Investigación del Fondo Marino de Perpiñán, explican que el volumen de agua que movió esta cascada es equivalente a la mitad de la descarga de todos los ríos que mueren en el Mediterráneo.
Este fenómeno excepcional se origina cuando el viento frío y persistente enfría las aguas marinas superficiales, lo que provoca que aumenten de densidad y, consecuentemente, se hundan masivamente y a gran velocidad formando masas de agua que discurren a través de cañones situados a miles de metros de profundidad.
Estas cascadas remolcan gran cantidad de agua y sedimentos, que erosionan el fondo, así como materia orgánica de alto valor nutritivo que sirve de alimento a las criaturas de los fondos abisales.
Las zonas del planeta en las que se producen un mayor número de cascadas submarinas son el Ártico y el Antártico, pues es también donde se registran las temperaturas más bajas.