La plataforma de hielo de la región occidental de la Antártida pierde grosor cada vez más rápido, según un estudio realizado por científicos estadounidenses y chilenos que publica hoy la revista «Science». Los expertos han comprobado que media docena de glaciares que desembocan en el Mar de Amundsen descargan más hielo en el océano del que reciben a través de la nieve. El grosor de estas formaciones se reduce una media de 1,2 metros por año a lo largo de entre 100 y 300 kilómetros tierra adentro. La principal consecuencia de este fenómeno es que el nivel del mar está aumentando a un ritmo anual de 0,2 milímetros.
Esta noticia llega después de que la NASA diera a conocer los resultados de una investigación propia que demostraba la relación existente entre el calentamiento global, los deshielos polares y el aumento del nivel del mar. El estudio que aparece en «Science» está coordinado por Robert Thomas, especialista en glaciares de la EGG, una empresa que depende de la NASA. Este glaciólogo y su equipo, del que forman parte técnicos chilenos del Centro de Estudios Científicos de Valdivia, han medido los cambios sufridos por seis glaciares de la costa oeste de la Antártida durante los últimos 15 años. Para ello, han utilizado satélites equipados con sistemas de radar y altímetros láser y un avión P-3 de la Armada chilena dotado con un dispositivo de sensores fabricados por la agencia espacial estadounidense. Thomas y sus colaboradores han realizado cuatro vuelos a lo largo de 3.500 kilómetros de frentes helados midiendo su profundidad mediante radares especiales que atraviesan el hielo. Los glaciares observados han sido Isla de Pinos, Thwaites, Haynes, Pope, Smith y Kohler.
Las conclusiones son que el deshielo de las seis formaciones se ha acelerado, su grosor ha disminuido y la línea de costa que forman sus frentes ha retrocedido. Un panorama que, según comenta el glaciólogo Richard Alley, de la Universidad de Pensilvania (EE.UU.), no debe interpretarse como «un colapso de la plataforma de hielo de la Antártida occidental», aunque éste «podría llegar a producirse». Alley alerta de que estos datos deberían ser «el aviso para que la comunidad científica se tome en serio todo esto».
Los seis glaciares observados por los científicos descargan al océano 250 kilómetros cúbicos de hielo al año en forma de icebergs. Esta cantidad es un 60% mayor que la que reciben los propios glaciares a través de las precipitaciones meteorológicas. Es decir, aportan al mar más hielo del que obtienen de la atmósfera, por lo que su grosor se reduce. Esta tasa de deshielo es suficiente para elevar el nivel del mar a un ritmo de 0,2 milímetros al año. La cifra puede parecer insignificante, pero la impresión cambia al comprobar que ese aumento, registrado entre 2002 y 2003, es mucho mayor que el observado durante toda la década de los 90. La pérdida de altura de los glaciares dobla ahora las medidas tomadas entre 1992 y 1999. Cada formación pierde 1,2 metros de grosor al año de media, con máximos de hasta 5 metros.
Mayor vulnerabilidad
El artículo de «Science» señala otro descubrimiento debido a la mayor precisión del equipamiento utilizado en esta investigación en relación con el usado hasta ahora. Los geólogos han comprobado que el lecho de roca sobre el que fluyen estas grandes masas heladas está a una profundidad muy por debajo de la supuesta hasta ahora. En el caso del glaciar de Isla de Pinos, la base rocosa se encuentra una media de 400 metros por debajo de lo previsto.
Este dato obligará a los expertos a revisar los patrones de comportamiento de los glaciares. En muchos casos, la roca base que soporta el frente de hielo se encuentra a un nivel mucho más profundo que el propio mar. La consecuencia es que una cantidad de hielo insospechada hasta ahora está en contacto con el agua. Al aumentar la temperatura de ésta por el calentamiento, el glaciar se hace más vulnerable.