Diversas organizaciones y comunidades locales luchan por la sostenibilidad de la Reserva Nacional Pacaya Samiria, en Perú

Los grupos que habitan en este espacio racionalizan la explotación de los recursos y velan por la recuperación de las especies
Por EROSKI Consumer 7 de mayo de 2007

Más de 40.000 pobladores luchan por desarrollarse sin poner en peligro el frágil ecosistema de la Reserva Nacional Pacaya Samiria, la segunda más grande de Perú y la cuarta de Sudamérica. Rodeado por los ríos Marañón y Ucayali, que dan origen al Amazonas, este paraíso ecológico alberga en un área de 2,08 millones de hectáreas del departamento de Loreto, en el noreste del país, a 449 especies de aves, 102 de mamíferos, 69 de reptiles, 58 de anfibios, 256 de peces y 1.204 de plantas.

En Pacaya Samiria la vida está marcada por dos temporadas: «vaciante» (entre mayo y septiembre) y «creciente» (de octubre a abril), que corresponden al decrecimiento e incremento de los niveles de los ríos, respectivamente. En este bosque tropical inundable, que alcanzó el estatus de Reserva Nacional en 1982, también viven comunidades nativas, principalmente de la etnia Cocama-Cocamilla, que sufren las consecuencias de la depredación de la industria maderera, así como de la pesca y caza indiscriminada.

Ante el riesgo de que desaparecieran muchos de estos tesoros naturales, la Agencia Española de Cooperación Internacional (AECI) y, entre otras, las organizaciones Pro-Naturaleza y Green Life se aliaron en la década de los noventa con las comunidades para salvar la reserva. Así, grupos locales organizados se afanan en la tarea de racionalizar la explotación de los recursos, así como de vigilar la reserva para prevenir actividades que pongan en peligro los proyectos de recuperación de las especies.

No obstante, los lugareños aún pescan gamitanas (colossoma macropomum) y pacos (Piaractus branchypomus), entre otros peces, para abastecer al 80% de los mercados de Iquitos, la capital de Loreto, según explicó Rosario del Águila, una de las biólogas de AECI en la zona. También grupos organizados de la reserva como los «Yacu taytas» extraen paiches, de acuerdo a cuotas y en épocas permitidas, así como consumen y comercializan huevos de tortugas, que ellos mismos se encargan de proteger en playas artificiales. A cambio, las comunidades conservacionistas reciben apoyo en obras de infraestructura, a la vez que gozan de los beneficios del proyecto eco-turístico «Rumbo al Dorado», en el que participan junto a Pro Naturaleza y Green Life para promocionar la reserva sin amenazar su equilibrio ecológico.

Los visitantes toman conciencia en Pacaya Samiria «del trabajo de hormiga de algunas comunidades para proteger el medioambiente». Y es que en la reserva «no sólo hay animales, sino también gente», puntualizó Del Águila, para luego alertar que si ésta desaparece «se perdería la identidad del país e innumerables recursos valiosos y únicos en el mundo».

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