Ecologistas advierten de la regresión de la posidonia en el Mediterráneo

Esta planta oceánica es una barrera natural contra el cambio climático
Por EROSKI Consumer 28 de abril de 2003

Cada otoño e invierno, las orillas de las playas del Mediterráneo aparecen inundadas de hojas y tallos que representan la mayor protección del litoral contra los temporales y, a medio plazo, contra el cambio climático. Son las hojas de la posidonia oceánica -una especie endémica del Mediterráneo- que, por su ciclo de vida, a finales de verano se desprenden de la planta y son arrastradas hasta la playa, donde actúan como fijadores de la arena frente a las mareas. La posidonia oceánica es una planta con hojas, flores y frutos, semejante a las que nos encontramos en los ecosistemas terrestres, pero que vive en el mar, entre la superficie y los 50 metros de profundidad y que llega a formar grandes extensiones, las praderas de posidonia.

Las formas en que estas plantas defienden el litoral son varias: en aguas someras, las praderas de posidonia forman arrecifes-barrera que mantienen el equilibrio sedimentario; con sus largas hojas frenan el oleaje protegiendo la costa de la erosión, y con los arribazones (cúmulos de tallos y hojas que aparecen en la playa) atenúan el impacto del oleaje en las playas. Además, estas praderas son el hábitat de más de 400 especies de plantas y 1.000 de animales, al tiempo que son cobijo, alimento y lugar de reproducción de multitud de especies de interés comercial. A pesar de estos beneficios, en los últimos años esta especie se encuentra en regresión en todo el Mediterráneo.

Según datos dados a conocer por WWF/Adena, el 78% de las praderas de posidonia oceánica del litoral español presentan una disminución en la densidad de haces y esto parece confirmar que existe una regresión general en casi todas las praderas. Una de las causas de esta regresión es la pesca ilegal de arrastre a profundidades inferiores a 50 metros. Un estudio de esta organización ecologista revela que un arrastrero puede arrancar hasta 1.000 kilos de hojas (peso seco) por hora de arrastre en una pradera.

Sin embargo, María José Caballero, responsable de la campaña de costas de Greenpeace, asegura que la pesca ilegal de arrastre está ya «bastante controlada» y que la causa principal de la degradación de las praderas de posidonia es la construcción de puertos deportivos o las ampliaciones de comerciales que están cambiando a marchas forzadas el perfil del litoral mediterráneo español, junto a otras actuaciones en la costa, como la construcción de espigones y rompeolas y la mal llamada, según Susana Requena, de Adena, regeneración de playas, pues «lo que se hace es rellenar la playa, y no regenerarla ni restaurarla».

Desde Greenpeace se denuncia que en la actualidad hay sobre la mesa algunos importantes proyectos portuarios que supondrán la desaparición, en algunos casos, de praderas de posidonia completas. Así, el proyecto de ampliación del puerto deportivo de Luis Campomames, en Altea (Alicante) afecta a toda una pradera de posidonia muy valiosa. Para evitar la afección, explica Caballero, los promotores del puerto proponían trasplantar cada planta de posidonia a otra parte. «Una auténtica locura», dice Caballero, quien añade que la Declaración de Impacto Ambiental de la Dirección General de Costas del Ministerio de Medio Ambiente fue negativa en un primer momento, pero los promotores del puerto volvieron a presentar el proyecto. El Ministerio reconoce en su dictamen que se está afectando a la flora, pero lo deja en suspenso hasta que la Consejería de Medio Ambiente de la Generalitat Valenciana, comunidad en que la posidonia está protegida, emita una resolución. Según la responsable de Costas de Greenpeace, todo apunta a que finalmente la Generalitat aprobará el proyecto.

Otra iniciativa que amenaza a la posidonia es la ampliación del puerto comercial de Castellón. En el estudio de impacto se reconoce que la posidonia oceánica que queda en esta zona va a desaparecer, pero -dice Caballero- no obstante el estudio concluye que «el impacto es nulo para el litoral de Castellón».

Presión urbanística

Pero no sólo los puertos están modificando el litoral mediterráneo español. La excesiva presión urbanística está haciendo el resto. Según un informe realizado por la Agencia Valenciana de Turismo en la provincia de Alicante, sólo quedaban en el año 1999 unos 50 kilómetros de franja litoral sin urbanizar; en Castellón, de los 116 kilómetros de costa con los que cuenta sólo quedaban 24 sin urbanizar, mientras que en Valencia, de sus 109 kilómetros de costa no permanecía virgen más de once. A pesar de ello, entre el puerto de Sagunto y el de Valencia está previsto un macroproyecto urbanístico que se extenderá a lo largo de 20 kilómetros de litoral y, según Caballero, acabará con las últimas zonas húmedas costeras de la región.

Por su parte, en Murcia, donde hasta ahora se podía decir que contaba con los tramos más extensos de nuestro litoral donde no se habían realizado actuaciones muy impactantes, sobre todo entre Águilas y Cartagena y a excepción del puerto de Mazarrón, podría aprobarse en las próximas semanas un Plan de Desarrollo Turístico del Litoral, que prevé crear unas 25.000 plazas hoteleras. Según explica Caballero, se trata de «unas 11.000 hectáreas vírgenes, que antes de aprobarse el Plan Hidrológico Nacional estaban protegidas y propuestas como Lugar de Interés Comunitario, pero que ahora un tercio de estas hectáreas albergarán 34 hoteles, ocho campos de golf, dos puertos deportivos y unas 4.000 plazas de apartamentos».

Contaminación marina

La feroz presión urbanística en estas zonas genera una gran contaminación, además de las sustancias contaminantes que se ocasionan en los puertos. La contaminación marina -explica Susana Requena, de Adena- afecta de manera directa a la pradera de posidonia oceánica. Los efectos de la turbidez del agua producida por la materia orgánica, sustancias químicas y sedimentos en suspensión provocan la regresión de las praderas próximas a los lugares de vertido debido a la falta de luz y la imposibilidad de realizar la fotosíntesis. Y es que la posidonia necesita de un agua muy limpia, oxigenada y en continuo movimiento, por lo que su presencia o ausencia se convierte en un indicador esencial del grado de pureza del agua.

A tenor de todas estas actuaciones parece que se prefiere llenar el litoral con barreras artificiales en vez de hacer uso de los beneficios que aporta una barrera natural, que son las praderas de posidonia, afirma Requena. Según el estudio de Adena, se estima que la reducción de un metro de pradera puede provocar la pérdida de 15 a 18 metros de litoral a largo plazo. Y todo esto ocurre en la zona de mayor regresión del litoral.

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