El calor estival favorece la aparición de tormentas y las caídas de rayos

Agosto es el mes en el que los relámpagos son más abundantes en España
Por EROSKI Consumer 25 de agosto de 2003

Los rayos son uno de los fenómenos meteorológicos más peligrosos que existen. Surgen de las 44.000 tormentas eléctricas que se producen cada día en el planeta, que provocan 8.600.000 descargas, lo que significa que 100 rayos golpean el suelo cada segundo en algún punto del mundo.

Agosto es el mes en el que estos electrometeoros son más abundantes en España. Su caída es el prólogo de la mitad de los incendios forestales debidos a causas naturales, por no mencionar las 24 muertes que causan como promedio al año. «Los rayos son mucho más frecuentes en verano a causa del calor, que es el desencadenante de las tormentas», explica la meteoróloga Margarita Martín Giménez, del Instituto Nacional de Meteorología (INM).

Los impactos de relámpagos se distribuyen de manera desigual en la Península Ibérica. «Las zonas en las que se producen más descargas son el Sistema Ibérico, los Pirineos y Cataluña», comenta Martín Giménez.

Los expertos del INM conocen el número de impactos y su distribución gracias a una red de detectores. «Registran la descarga al instante -indica la meteoróloga-. Están distribuidos cada cien kilómetros y son unos instrumentos muy sencillos, pero de gran precisión». Esta fiabilidad permite a los expertos seguir la evolución de las tormentas, que el usuario también puede apreciar a través de la página web del INM –www.inm.es-. Allí se puede consultar el mapa en el que se reflejan los impactos con intervalos de seis horas.

Cúmulonimbos

Los rayos son chispas eléctricas que saltan de una nube a otra o de una nube a tierra. No nacen en cualquier formación nubosa, sino en un tipo muy concreto denominado cúmulonimbo. Estas nubes se forman «por un fenómeno denominado convección, causado por el calor», describe Margarita Martín. «El Sol calienta la Tierra, que a su vez eleva la temperatura del aire, que asciende». Al tomar altura, se enfría y se condensa con rapidez, al encontrarse con capas de la atmósfera más densas y más frías. Así se forma la característica nube de tormenta, que puede tener una altura de 10 kilómetros.

Los rayos nacen en el interior del cúmulonimbo generados por la polarización que se produce en las moléculas de agua de su interior. La nube se convierte entonces en una gran pila, con el polo positivo situado generalmente en la parte alta y el polo negativo en la base. El rayo es un salto de millones de electrones que tiene lugar desde la carga negativa de la nube hacia la Tierra, atraída por la carga positiva de ésta. Al desplazarse por las zonas con mayor cantidad de gotitas de agua, la chispa no sigue una línea recta para llegar al suelo y ofrece el característico aspecto de raíz de árbol. El trueno que lo acompaña es el sonido generado por la expansión repentina del aire por el calor del rayo, que hace que las ondas de presión se transmitan como de sonido.

El retardo que percibe el observador entre la visión del relámpago y el sonido del trueno se debe a que éste se desplaza a la velocidad del sonido, 300 metros por segundo, menor que la de la luz de la descarga. Ésta es la base del eficaz sistema popular de calcular la distancia de las tormentas en función del retraso del trueno respecto al rayo. La propia chispa se mueve a la velocidad asombrosa de 140.000 kilómetros por segundo, con la que recorre al instante hasta 13 kilómetros de distancia.

La potencia de los rayos es variable y supera en ocasiones los 100 millones de voltios. La intensidad media alcanza los 20.000 amperios y la temperatura, 28.000 grados, triplica la de la superficie del Sol. No es de extrañar, por tanto, que estas descargas sean las causantes de más de la mitad de los incendios forestales que se producen en verano por causas fortuitas. Como subraya Margarita Martín, «lo que ocurre es que la temporada de mayor concentración de tormentas coincide precisamente con la época más seca del año».

Tomar precauciones

Además de encender fuegos, los rayos son un peligro directo para cualquiera que se exponga a una tormenta eléctrica y no tome precauciones, como evitar los objetos metálicos, los postes de conducción eléctrica, los árboles o alejarse de toda superficie de agua. Cada año estas descargas se llevan por delante la vida de 1,2 personas por cada 2 millones de españoles. Sin embargo, el 70% de las víctimas de un rayo sobrevive, aunque buena parte no supera del todo las secuelas del accidente.

Aparte de las quemaduras, la víctima puede sufrir daños en el sistema nervioso, traumatismos, pérdidas de visión y oído. A pesar de todo, se han dado casos de repetidores, individuos que no sólo han sobrevivido a un golpe, sino a dos o más. El guardabosques estadounidense Ray Sullivan superó siete golpes de rayo entre 1942 y 1976. Una persona puede ser alcanzada por un rayo en las más diversas circunstancias. Es conocido el caso de las dos jóvenes tailandesas que cayeron fulminadas en octubre de 1999 en Londres por un relámpago atraído por el armazón metálico del sujetador de una de ellas. El futbolista colombiano Hermann Gaviria sufrió el mismo fatal destino mientras entrenaba, en octubre de 2002. En este caso, la humedad de su cuerpo debió actuar de atractor.

Pero resultan aún más llamativos los casos de las personas que han sobrevivido al golpe de rayo. La ingeniera vizcaína Lourdes Urbieta superó el trance de sufrir una descarga mientras trabajaba en una cantera de Mañaria (Vizcaya). Su caso fue notorio por partida doble, pues se encontraba en el cuarto mes de embarazo. La gestación salió adelante y tuvo un hijo que lleva por nombre Ekaitz, tormenta en euskera.

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