El cambio climático amenaza las poblaciones de bacalao del mar del Norte, según se desprende de un estudio internacional en el que ha participado el Centro Oceanográfico de Cádiz del Instituto Español de Oceanografía (IEO). Las conclusiones del trabajo indican que si el calentamiento del mar del Norte prosigue al ritmo proyectado por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático la supervivencia de las larvas de esta especie se reducirá de manera considerable, lo que dificultará la recuperación del stock.
Los investigadores llegaron a esta conclusión después de desarrollar un nuevo modelo para predecir el reclutamiento (cantidad de individuos que cada año se agregan al área de pesca) del bacalao. Este modelo sugiere que la relación entre el tamaño del grupo de reproductores de bacalao (Gadus morhua) y su descendencia -conocida como reclutamiento- estaría influida por la temperatura del agua y la disponibilidad de comida para las larvas. Por ello, el aumento de la temperatura del agua del mar del Norte supone una amenaza para el bacalao.
El bacalao del Atlántico ha sido en la historia un recurso vital para muchos países, tanto para su consumo interno como para el intercambio comercial y es considerado un elemento central en la economía de muchos de ellos, explicó el IEO. Las poblaciones de bacalao del mar del Norte se encuentran en el límite sur de su área de distribución lo que las hace muy vulnerables a cualquier cambio ambiental. Un incremento de la temperatura podría afectar a esta especie de una manera directa (supervivencia y crecimiento larvario, limitación del hábitat disponible) e indirecta (a través de la modificación de la composición del plancton).
Los resultados de este estudio sugieren que de cumplirse las previsiones de calentamiento para el mar del Norte, la regeneración del stock de esta especie se vería muy amenazada.
En la investigación, publicada en la revista «Proceedings of the Royal Society», participaron investigadores del Institute of Marine Research de Noruega, el investigador del Centro Oceanográfico de Cádiz del IEO, Marcos Llope, y científicos del CNRS francés, de la Universidad de Iowa y del Centre for Ecological and Evolutionary Synthesis de la Universidad de Oslo.