Los técnicos que trabajan en la descontaminación de la radiactividad liberada por la central nuclear Ascó I, en Tarragona, han localizado nuevas partículas fuera del emplazamiento atómico. La planta realiza desde hoy una parada que puede alargarse hasta tres semanas para completar los trabajos de limpieza.
Según informó el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), el pasado jueves se produjo un suceso notificable en la citada central tras detectarse que los monitores que miden la radiactividad en la sala de control del edificio de combustible y de contención no funcionaban correctamente.
Este hallazgo está relacionado con el incidente del pasado mes de noviembre
Eugeni Vives, portavoz de la Asociación Nuclear Ascó-Vandellós II (ANAV), titular de la planta, explicó que ese día se localizó también una partícula radiactiva junto a las vías del tren que pasan junto a la central, y el viernes 6 de junio se hallaron otras dos partículas en la misma zona.
Este hallazgo está relacionado con el incidente del pasado mes de noviembre y «no tiene repercusión para la salud de las personas ni para el medio ambiente», porque se trata de partículas metálicas con peso, que no se mueven del suelo, por lo que «no hay riesgo» de que queden suspendidas en el aire y puedan llegar a los trenes que pasan por este tramo de la línea ferroviaria, aseguró Vives.
Los trabajos para localizar restos radiactivos junto a las vías del tren a su paso por la central se alargarán hasta mediados de esta semana, y se realizarán bajo la supervisión de personal del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (ADIF), propietario de los terrenos.
Parada
Con el fin de completar la limpieza y la normalización radiológica en el emplazamiento, la central nuclear de Ascó ha iniciado, desde la pasada medianoche, una parada que puede durar hasta tres semanas, según el CSN. Durante este tiempo se acometerá la inspección radiológica en las zonas no accesibles cuando la central está operativa por riesgo para los trabajadores, como son los transformadores principal y de arranque o la zona de tuberías de vapor y de agua de alimentación principal. Además, la empresa aprovechará para realizar otras actividades contenidas en el plan de actuaciones requerido por el CSN, entre ellas completar la revisión exhaustiva del emplazamiento desde el punto de vista radiológico para su normalización.
La parada de la central puede durar hasta tres semanas, según el CSN.
Asimismo, se llevará a cabo la revisión técnica y de calidad de todos los procedimientos relacionados con los ajustes y calibraciones de instrumentos de protección radiológica, así como el refuerzo de la organización para garantizar una adecuada consideración de los aspectos de protección radiológica en el funcionamiento de la central.
Finalmente, se acometerá una revisión en profundidad de los procedimientos y sistemas de la planta. El CSN no descarta que durante todo el proceso se identifiquen algunas deficiencias que ANAV ha asegurado que notificará y corregirá.
La organización ecologista Greenpeace considera que los nuevos sucesos en Ascó ponen de manifiesto que es urgente “el cierre definitivo y anticipado de una central que no garantiza las medidas de seguridad necesarias”.
Para Carlos Bravo, responsable de la campaña nuclear de Greenpeace, resulta “indignante que el CSN, en lugar de actuar con todo el peso de la ley sobre la central, se limite a llegar a un acuerdo para que sea ésta la que pare voluntariamente, cuando es evidente que existen gravísimos fallos de seguridad”.
La organización afirma que el pasado miércoles se descubrió que la central no cumplía las Especificaciones Técnicas, “un documento legal cuyo incumplimiento es sancionable, porque tenía los límites de actuación automática de los monitores de radiación que provocan el aislamiento de la sala de control, desde donde se opera el reactor, varias veces por encima del valor en el que deberían estar”.
Pocas horas después, ese mismo día, la central reportaba, según Greenpeace, el cierre de la válvula controladora de temperatura del sistema utilizado para la dilución de boro, que es el componente químico que se utiliza para parar la reacción en cadena, como consecuencia de un error, provocando la apertura de una válvula de seguridad del sistema de control químico y volumétrico con el que se controla el sistema de refrigeración del núcleo de la instalación.
“Todo esto sucede cuando todavía siguen apareciendo partículas calientes de cobalto 60 repartidas, dentro y fuera de la central, como consecuencia de la fuga ocurrida en noviembre de 2007, un número que ya supera las 600”, indica Greenpeace.
Los ecologistas critican además que el CSN todavía no ha puesto a disposición pública toda la información necesaria para aclarar el origen y las consecuencias radiológicas del suceso, en particular la fuente de radiación que se vertió al medio ambiente y la caracterización radiológica de los lodos que se encontraban disueltos en el líquido vertido.