La embriogénesis somática o clonación de especies vegetales permite actualmente que árboles centenarios vuelvan a nacer o logra que los mejores ejemplares perduren a lo largo del tiempo. Ello abre un mundo de posibilidades a la conservación o regeneración de especies forestales, aseguró el investigador del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural Agrario, Mariano Toribio.
Por lo que se refiere al caso específico de España, se estudia sobre todo la conservación del alcornoque (Quercus suber), el roble (Quercus robur), o la encina (Quercus rotundifolia). Existen, según Toribio, dos maneras de propagar material vegetal: la sexual y la propagación vegetativa. En la sexual los hijos se parecen a padres pero en muchas especies vegetales suelen ser peores que sus progenitores, aunque esta opción tiene la ventaja de que genera variabilidad. Sin embargo, de cara a aspectos productivos interesa mejorar las características, por lo que es bueno ahondar en la propagación vegetativa y seleccionar árboles parentales con características superiores para poder generar plantas con esas propiedades.
Diversos avances de la biotecnología forestal, como el cultivo in vitro, permiten la regeneración de plantas completas de manera controlada, eficiente y ocupando menos espacio. Los clones tienen el mismo vigor de crecimiento, calidad de madera o corcho, resistencia a plagas o enfermedades o la misma tolerancia a las condiciones de estrés que los árboles a partir de los que fueron creados.
A pesar de ello, el proceso de embriogénesis todavía tiene alguna dificultad, como el desconocimiento de los estímulos que llevan a las células a sufrir una reprogramación. Por ello, aunque se hayan logrado clonar numerosas especies vegetales, conseguirlo con una nueva, como los árboles centenarios, es complejo. Además, el coste de producir árboles clónicos es más elevado que el de árboles programados con semillas, lo que frena su aplicación industrial.