Localizadas tres nuevas grietas en la popa del «Prestige», que ya tenía otras dos

La "corriente de Navidad" verterá al Cantábrico la mayor parte del fuel, según investigadores
Por EROSKI Consumer 10 de diciembre de 2002

El vicepresidente del Gobierno, Mariano Rajoy, admitió ayer que en la popa del petrolero «Prestige» existen tres nuevas grietas que se suman a las dos roturas ya detectadas por el batiscafo francés «Nautile». Cinco averías en la zona menos dañada del petrolero, ya que la proa está mucho más resquebrajada que la popa y por ella fluyen al menos 300 litros de fuel-oil diarios a través de cuatro regueros, según datos del centro francés de investigación contra la contaminación marítima.

Según confirmó Rajoy, el Ejecutivo no descarta ninguna de las hipótesis y está preparado incluso para lo peor. Pese a los contratiempos, Rajoy aseguró que no se han detectado variaciones reseñables en las manchas aparecidas en la zona del hundimiento, donde se localizaron tres concentraciones de crudo con una superficie superior a unos 400 kilómetros cuadrados.

Al menos por ahora, los vientos soplan desde el sur y el suroeste y son favorables, pero el buque anticontaminación noruego desplegado en la zona del hundimiento sufre serias dificultades para recoger el fuel. No puede hacerlo al ritmo deseado, según Rajoy, porque la «mancha no tiene densidad suficiente, pese a su enorme extensión».

El vicepresidente también anunció la apertura de una comisión científica encargada de estudiar, entre otras cosas, cómo puede evolucionar el fuel hundido, cuánto crudo sigue derramándose en alta mar y qué medidas hay que tomar.

La «corriente de Navidad»

Por otra parte, las masas de fuel aparecidas en el litoral de Cantabria y del País Vasco proceden, según las evidencias de los investigadores, de los derrames vertidos por el petrolero durante los días en que fue arrastrado por los remolcadores sin rumbo cierto.

«Las manchas que estos días están siendo retiradas en el Cantábrico son las que se desprendieron del petrolero durante los primeros días», asegura Enrique Nogueira, un investigador gallego que trabaja en el Centro Oceanográfico de Gijón. Esas masas de combustible se fragmentaron y, arrastradas por el viento del Noroeste, se aproximaron a pocos kilómetros de la costa cantábrica donde fueron atrapadas por la llamada «corriente de Navidad», afirma Nogueira.

Esa corriente (que avanza a unos 540 metros por hora) se forma donde acaba la plataforma continental. Es en ese talud que desciende bruscamente desde los 200 a los 1.000 metros donde reina esa corriente de agua cálida y más salada. «Es como un río que corre dentro del océano», explica Nogueira. La «corriente de Navidad» o corriente de talud corre paralela a la costa, en la zona del cantil y bordea la Península Ibérica, desde Portugal a la plataforma francesa y prosigue por Las Landas y Bretaña. Cualquier objeto flotante o sumergido que caiga en su radio de acción es arrastrado en paralelo a la costa hasta que, por efecto de los vientos o los temporales, es depositado en acantilados y playas. «Esa corriente está siempre en funcionamiento», subraya Enrique Nogueira.

Científicos ingleses han demostrado que boyas marcadas y liberadas en una posición similar a donde se hundió el «Prestige» llegaron a Asturias en apenas 20 días y con «trayectorias muy similares» a las seguidas estas semanas por las manchas de fuel.

La corriente actúa en toda la columna de agua, desde el fondo hasta la superficie. Aplicándolo al fuel del «Prestige», explican los investigadores, que el crudo que, por su densidad, aún no haya aflorado a la superficie tras haber escapado de los depósitos del petrolero estaría viajando en estos mismos momentos frente a la costa cantábrica esperando el momento de llegar a la superficie. Una vez a flote, queda a merced de los vientos dominantes.

«Lo peor está por venir», vaticina Nogueira. El investigador habla de una marea negra que aún no se ve, que viaja sumergida con la «corriente de Navidad» y que se va depositando en los fondos marinos, más difíciles de regenerar que las zonas costeras. En ese viaje submarino, el fuel se va emulsionando, mezclándose con agua y con partículas de arena, lo que lo hace más denso, más viscoso y pesado, hundiéndolo por debajo de los niveles inferiores de las mareas.

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