Cada año más de 400.000 tortugas marinas quedan atrapadas en los anzuelos de palangre en todo el mundo. Un 60% de estas capturas se producen en el Atlántico y un 10% en el Mediterráneo. Así lo puso de manifiesto ayer Oceana, organización internacional para la investigación, la protección y la recuperación de los océanos, que ha puesto en marcha una campaña para intentar reducir esta «alarmante» cifra.
En las costas de Florida (EE.UU.), donde nacen, o en el Mediterráneo, a donde emigran, miles de tortugas marinas caen enganchadas en los anzuelos de las flotas palangreras dedicadas a la captura de pez espada y de túnidos.
Estimaciones realizadas en EE.UU. indican que cada año se capturan unas 2.000 tortugas (60% bobas y 40% laúd), mientras que en el Mediterráneo, sólo por la flota española que faena en este mar, principalmente desde los puertos de Alicante, Murcia, Almería y Mallorca, la cifra puede ser de más de 20.000 ejemplares anuales. A esto hay que unir los altos índices de capturas accidentales que realizan otras flotas a lo largo de toda su migración, señaló Oceana.
Un equipo de biólogos y submarinistas de la organización conservacionista ha documentado en video y fotografía las operaciones de pesca de un palangrero típico del sureste español, con especial atención a las capturas accidentales de tortugas marinas.
Paralelamente se han realizado actividades de marcado de las tortugas para contribuir a estudios sobre migraciones y los biólogos también han probado un instrumento llamado «desanzuelador» (dehooker), para extraer los anzuelos de las tortugas sin causarles daño antes de ser liberadas al mar.
Cinco de las ocho especies de tortugas marinas que existen emigran hacia las costas mediterráneas: la tortuga carey («Eretmochelys inbricata»), la golfina («Lepidochelys kempi»), la laúd, («Dermochelys coriacea»), la verde («Chelonia mydas») y la boba («Caretta caretta»).