Estos son los problemas de alimentar animales callejeros y silvestres

Aunque es un gesto de generosidad, dar de comer a los animales que habitan en la calle puede provocar un grave problema de salud pública y alterar la convivencia del vecindario
Por Sonia Recio 7 de febrero de 2022
alimentar gatos de la calle

Para muchas personas, alimentar a los animales callejeros es una manera de protegerles y asegurar su bienestar. A pesar de las buenas intenciones, esta conducta no siempre es positiva y puede generar importantes problemas de higiene y salud pública, así como a los propios animales. A largo plazo, darles comida tampoco ayuda a mejorar sus condiciones de vida. Te lo explicamos en este artículo, donde detallamos qué se puede y no hacer con perros, gatos y palomas que puedes encontrarte en la calle y los animales acuáticos que viven en estanques de parques y jardines urbanos.

Dar de comer a los animales favorece su reproducción descontrolada, afecta a la diversidad de especies de una zona y altera la relación de éstas con el entorno. También facilita la proliferación de plagas, lo que tiene graves consecuencias sanitarias: las cucarachas y las ratas se benefician de estos restos arrojados a la calle y las colonias aumentan desproporcionadamente. La comida desperdigada provoca, además, un aumento de suciedad en la vía pública y la aparición de malos olores. En el caso estanques, los vertidos de productos alimenticios contaminan y manchan el agua, haciéndola inhabitable para otras especies.

Actividades como sembrar las aceras y los parques con trozos de pan para las palomas, depositar restos de comida en los jardines para los perros y gatos o vaciar en lagos bolsas repletas de migas para los patos y los peces son muy habituales, especialmente en las ciudades. Las ordenanzas municipales establecen si podemos o no alimentar a los animales callejeros y en qué condiciones. Estas conductas, si están prohibidas, pueden ser sancionables.

Cuándo dar comida a los animales callejeros

Aunque pensemos que los animales callejeros dependen de nosotros para sobrevivir, lo cierto es que en la mayoría de los casos no precisan de la intervención del ser humano al proporcionarse el sustento diario. A veces es mejor no intervenir en su alimentación, y si lo hacemos, siempre debemos asegurarnos de que la comida que estamos ofreciéndoles es la más adecuada y no daña su salud.

Así debes actuar con estas especies de animales que viven en la ciudad:

🐠 Patos y peces

Nunca debemos alimentar a los patos y peces de los estanques situados en parques y jardines. Para sobrevivir no necesitan toneladas de pan. Tampoco precisan comer patatas fritas, gusanitos, chucherías, bollos u otros snacks. Estos productos no les aportan los nutrientes que requieren y son muy perjudiciales para su salud, causándoles serias enfermedades e incluso deformidades.

El pan también contamina el agua, haciéndola inhabitable para otras especies, incluidas las aves. Las migas y los restos de alimentos provocan que las algas proliferen, aparezcan colonias de insectos, aumente el moho y se desarrollen bacterias. Para comprobar esta insalubridad basta con acercarse a un estanque y observar cómo el agua es turbia, de color verdoso y rezuma malos olores.

🐦 Palomas

dar de comer palomasImagen: Ksenia Vilchik

Estas aves son autosuficientes para buscar comida, tanto en épocas de frío como de calor. Si son silvestres, su dieta se compone de grano y semillas, pero si son urbanitas, y como resultado de su adaptación al entorno, son omnívoras, así que comen casi cualquier resto de comida que encuentren en la calle.

Por muy desamparadas que las veamos, las palomas no necesitan de los humanos para alimentarse, por lo que sembrar la vía pública de pedazos de pan duro no tiene sentido. Al arrojar migas solo vamos a conseguir que se reproduzcan más y el número de ejemplares se multiplique, lo que a la larga se convierte en un verdadero problema de convivencia vecinal y animal.

Los excrementos de estas aves son muy ácidos, ensucian y deterioran los elementos arquitectónicos privados y públicos. De hecho, la lucha de los ayuntamientos para alejar a las palomas de los edificios, especialmente de los que forman su patrimonio artístico, es ardua.

Las palomas también representan una amenaza para nuestra salud. Son portadoras de parásitos como garrapatas, piojos o sarna, pudiendo transmitir enfermedades como la histoplasmosis, la salmonelosis, la colibacilosis o la clamidiasis aviar.

🐶 Perros

La ONG animal Esdaw estima que en España hay más de 800.000 perros que viven en la calle; la mayoría, porque han sido abandonados por sus dueños. La mejor manera de auxiliarlos es encontrarles un nuevo hogar. Si no podemos hacernos cargo del animal y no encontramos candidato, debemos contactar con una asociación protectora, sea pública o privada, para que se encargue de esta gestión.

Mientras llega la ayuda, y siempre que las ordenanzas municipales lo permitan, podemos proporcionar alimentos a estos animales, pero debemos hacerlo con responsabilidad. Hay que evitar darles restos de nuestras comidas. Lo mejor es optar por pienso compuesto: además de ser más sano, no genera suciedad ni malos olores. Hemos de depositarlo en zonas apartadas, en jardines o parques, siempre lejos de áreas infantiles, de recreo o deportivas.

🐱 Gatos

A los gatos callejeros se les denomina “ferales”. Al contrario que los perros, no han sido abandonados, han nacido en libertad y están acostumbrados a vivir en la calle. La adopción no es recomendable, ya que el minino difícilmente querrá cambiar sus rutinas. Los gatos ferales viven en colonias, en grupos cerrados y en áreas muy delimitadas.

Para asegurar la convivencia entre gatos y humanos es básico controlar el número de individuos de la colonia, lo que se consigue con la esterilización. Los ayuntamientos, en colaboración con protectoras, suelen encargarse de esta tarea. Siguen el método C.E.R. (Capturar-Esterilizar-Retornar), un procedimiento ético y responsable que consiste capturar a los gatos de forma indolora para llevarlos al veterinario para su castración, desparasitación y reconocimiento.

La alimentación de los gatos callejeros suele estar prohibida (y sancionada) por los ayuntamientos. Los consistorios se encargan de la supervisión y cuidado de las colonias valiéndose de voluntarios que, tras recibir la formación adecuada, obtienen el carné de alimentador. Dar de comer a estos animales sin control provoca muchas desavenencias vecinales. La comida es un foco de insalubridad: invita a la aparición de ratas y cucarachas y desencadena malos olores.

Los animales silvestres, ¿también necesitan que les alimentemos?

“Dar de comer a los animales silvestres no es lo natural”. Así de contundente es la campaña que el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) y la Interprofesional del Porcino de Capa Blanca (Interporc) han puesto en marcha con el objetivo de concienciar a los excursionistas, y a la población en general, de los riesgos que implica  dar de comer a estos animales en espacios naturales, merenderos o cuando éstos se acercan a los núcleos urbanos.

Los animales silvestres son muy capaces de encontrar alimento en su hábitat natural y no necesitan que los humanos les ayudemos en ningún supuesto. Si lo hacemos, aunque sea puntualmente, estaremos alterando su forma de relacionarse con el entorno y poniendo en riesgo tanto a las especies silvestres como a las personas de la zona, los animales domésticos y los automovilistas (aumenta el riesgo de atropello).

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