«Es probablemente una de las decisiones más difíciles que puedan tomarse», dijo ayer Tony LaCasse, portavoz del Acuario de Nueva Inglaterra. Los veterinarios y voluntarios que habían devuelto al mar dos veces a la manada de ballenas piloto que había varado en Massachusetts (Estados Unidos) decidieron al final sacrificar a más de 40 de estos animales cuando volvieron a encallar en una playa por tercera vez en dos días y ya era imposible hacer nada por salvar sus vidas. «Se optó por sacrificarlas para evitar su sufrimiento», señalaron las autoridades.
Unas trescientas personas entre veterinarios y voluntarios trataron durante 48 horas de salvar a los mamíferos, que vararon por primera vez el lunes en playa Chapin, volvieron a hacerlo a primera hora del martes en isla Lieutenant y, horas después, acabaron en otro arenal. En total, entre las que murieron tras encallar y aquéllas a las que se practicó la eutanasia, son 56 las ballenas que han muerto en Massachusetts.
Los científicos ignoran por qué varan los cetáceos y creen que este tipo de accidentes puede deberse a enfermedades de la ballena que lidera el grupo o a que ésta se desorienta cuando nada en aguas poco profundas.