–Cuándo se produce el derrapaje: habitualmente, en curvas, si aceleramos o frenamos bruscamente mientras la trazamos o en rectas si frenamos con brusquedad.
–Cómo evitarlo: manteniendo los neumáticos en buen estado y con la profundidad de dibujo adecuada. Circular a velocidad moderada. Entrar en la curva a la velocidad adecuada a sus características, el estado de la carretera y de nuestro vehículo.
–Consejos para no derrapar: frenar hasta alcanzar la velocidad adecuada antes de tomar la curva. Mantener el acelerador mientras circulamos por la curva, no soltarlo repentinamente ni acelerar bruscamente. No pisar el embrague. Acelerar suavemente una vez hayamos salido de ella.
–Si derrapa el tren delantero: levantar el pie del acelerador. Con la suavidad del freno motor el peso del vehículo se carga sobre el tren delantero, ganando adherencia y equilibrando de nuevo el coche.
–Si derrapa el tren trasero: si vemos que la parte trasera «intenta adelantarnos» ante todo no frenar. Eso provocaría un trompo, es decir, un giro violento de 180 grados. Lo ideal es girar el volante en la dirección que derrapa el coche (contravolante) y pisar el embrague. Con esto conseguimos que llegue menos fuerza a las ruedas y ganarán adherencia.
–Frenadas en recta: si el vehículo dispone de ABS, el sistema electrónico se encargará de gestionar la frenada. En caso contrario, aligerar la presión sobre el pedal del freno y volver a pisar con fuerza, buscando con el tacto el punto límite en el que las ruedas comienzan a bloquearse.
–Cuestión de práctica: todas estas maniobras mejoran con la experiencia. Existen academias de pilotaje que por 200 euros ofrecen un cursillo de fin de semana en circuito cerrado. Es una inversión en seguridad.
