Anticonceptivos masculinos

La industria farmacéutica se ha decantado por la vía oral
Por María Landa 22 de enero de 2004

El uso de métodos anticonceptivos es la mejor manera de evitar embarazos no deseados, y aunque en el mercado hay una gran variedad, la mayoría están dirigidos a las mujeres. Los hombres sólo cuentan con dos métodos eficaces: el preservativo y la vasectomía. Sin embargo, los científicos investigan desde hace años nuevos anticonceptivos para hombres, como la píldora masculina, que todavía tardará unos 5 años en comercializarse. Pero, ¿estarán los hombres dispuestos a asumir esa responsabilidad y liberar así a las mujeres? ¿Se fiarán las mujeres de los hombres? Los expertos creen que será difícil que se produzca ese cambio de roles.

En fase de investigación

En pocos años los hombres podrán comprar en las farmacias la píldora masculina, aún en fase de investigación. Iñaki Lete, jefe de Ginecología del hospital Santiago de Vitoria, calcula que “todavía faltan 5 ó 6 años para que pueda salir al mercado. Los últimos experimentos han conseguido reducir los efectos secundarios de estas pastillas. Se ha logrado una formulación que contiene una mezcla de hormonas, progesterona y andrógena, es decir hormona masculina y femenina, que parece que está dando buenos resultados. La investigación está en fase dos. Ya se ha probado en animales y ahora se estudia en humanos para ver su eficacia. No obstante, una vez superadas las fases conviene demostrar no sólo su eficacia, sino su seguridad para prevenir el embarazo y enfermedades.

Los primeros estudios sobre anticoncepción hormonal masculina se hicieron con inyecciones de testosterona. El experto asegura que este método prácticamente se ha desechado en la actualidad ante la elección de un sistema que se pueda aplicar vía oral. Las inyecciones presentaban el problema de que cada vez que se utilizaban, se dejaba un depósito de hormonas en el organismo que se tenía que liberar durante un mes, o tres en un primer momento de la investigación. Como no todos los cuerpos reaccionan de la misma manera, si una persona sentía rechazo al segundo día, no se podía hacer nada. Sin embargo, este episodio se soluciona con las pastillas, dejando de tomarlas al día siguiente, si la persona se encontrara mal”. Estas inyecciones conseguían inhibir la producción de espermatozoides, pero aumentaban mucho la libido. Tras ese desarrollo inicial, ahora la industria farmacéutica se ha decantando por la vía oral y ha descartado la vía intramuscular.

Los investigadores se han encontrado con muchos problemas en la búsqueda de métodos anticonceptivos masculinos. Estas dificultades, explica el doctor Lete, “obedecen a la fisiología del hombre porque es más fácil controlar una ovulación que se produce una sola vez al mes que la producción de millones de espermatozoides todos los días. La fisiología del varón dificulta el hallazgo de un método hormonal porque, además, en el hombre no sólo se fabrican espermatozoides, sino la testosterona que es la encargada de activar libido”. Los primeros estudios que se hicieron con la píldora masculina conseguían inhibir la producción de espermatozoides, pero también la testosterona, con lo cual los hombres no tenían erecciones. En el caso de la mujer no se da esa relación tan directa entre inhibir la ovulación y el deseo sexual.

La vacuna

Otro campo que exploran los científicos es el de la búsqueda de una vacuna como método anticonceptivo. “Se pretende actuar en el punto donde el espermatozoide se une con el óvulo, aunque todavía no está en fase clínica”. Para que el embarazo tenga lugar, el espermatozoide tiene que penetrar dentro del óvulo a través de la zona pelúcida. Ahora, según explican los especialistas, se trabaja con la posibilidad de hacer vacunas que hagan impenetrable esa zona a la acción del espermatozoide, pero esto podría tardar aún entre 10 y 15 años, aunque no existe una fecha límite para comenzar su comercialización en ningún caso.

También se investiga con vacunas anti FSH (hormona estimulante folicular), ya que esta hormona también es necesaria para la producción de esperma y no afecta a la liberación de testosterona. Tras los primeros ensayos con monos, se han realizado ya algunas pruebas con voluntarios humanos, pero todavía no se conocen los efectos secundarios que puedan tener. El jefe de ginecología de Santiago afirma que la vacuna está en una fase muy preliminar. “La anti FSH no afectaría a la unión del óvulo con el espermatozoide, sino que afectaría directamente a la producción de testosterona. La clave pasaría por impedir la producción de espermatozoides sin tocar para nada la producción de testosterona, una empresa nada fácil, puesto que los intentos de inhabilitar la FSE se acompañan habitualmente de la inhibición de la secreción de testosterona, y por tanto de la libido”, aclara.

El especialista se muestra optimista con las nuevas técnicas como la manipulación genética y los productos transgénicos, aunque a muy largo plazo, puntualiza Lete. “Si se encontrara una vacuna o una antihormona que fuera anti FSH exclusivamente, se conseguiría que un hombre tras vacunarse, no fabricara espermatozoides y no tuviera ningún efecto secundario, aunque aún está por determinar cada cuánto serían esas inyecciones de la vacuna”, añade.

Cambio de roles

En la actualidad, la proporción de métodos anticonceptivos masculinos y femeninos está totalmente descompensada. Frente a la vasectomía y el preservativo para los hombres, existen numerosos métodos para la mujer. Es una de las razones que provocan que casi siempre ella asuma la responsabilidad de controlar la anticoncepción, sin embargo, es posible que en pocos años se produzca un cambio de roles y que el hombre pueda implicarse en mayor medida, de acuerdo con los avances científicos en este campo. Ahora bien, ¿cómo asumirá el hombre ese cambio? ¿La sociedad actual está preparada para ello? Alberto Martínez de Santos, psicólogo sexólogo del centro Marie Langer, ha constatado que son casi siempre las mujeres las que llevan la iniciativa en este tema. “Es algo generalizado en todas las edades que los hombres no pregunten sobre estas cuestiones. Por esta razón, considero que muy pocos hombres van a interesarse por la píldora. Dudo mucho que se arriesguen a tomar una pastilla aunque se les garantice que es totalmente fiable y que no va a tener efectos secundarios sobre su pene, porque en general, los hombres se preocupan más por su órgano sexual que las mujeres”, admite.

Otro sexólogo, Roberto Álvarez, del gabinete de sexología Intersex, comparte el diagnóstico sobre la actitud de los hombres respecto a la futura píldora. “Está claro que el hombre, en un primer momento, va a intentar eludir la responsabilidad y se mostrará reacio a tomar la pastilla. En estos momentos no están acostumbrados porque hay muchos menos medios anticonceptivos para ellos”, apunta el especialista.

Los dos sexólogos coinciden en que tiene que darse un importante cambio de mentalidad tanto en los hombres como en las mujeres para que los nuevos métodos masculinos se asuman con naturalidad. Martínez de Santos, por ejemplo, cree que también las mujeres van a ser reacias a que su pareja tome la píldora. “Las mujeres tienen muy asumido el rol de que los anticonceptivos son cosa suya, prueba de ello es que muchas llevan preservativos, aunque sea el hombre quien los utilice. Veo muy difícil que ellas vayan a delegar esa responsabilidad en el hombre, porque, en general, tienen la idea de que son más despistados para ese tipo de cosas”, considera.

Para Álvarez el éxito dependerá de cómo reaccione la mujer. “Son ellas quienes tienen que convencer a sus parejas de que se debe compartir esa carga al 50%. Se tiene que evidenciar un cambio en la exigencia porque la concienciación no va a aparecer de un día para otro. Es una labor que se debe llevar a cabo de manera conjunta, aunque hasta ahora la iniciativa la hayan llevado las mujeres”, explica el sexólogo.

Otro problema añadido es el poco interés que muestran los jóvenes por los métodos anticonceptivos, según han constatado los expertos en sexualidad, quienes aseguran que, a pesar de que la información es cada vez mayor, no se les enseña a asumir más responsabilidades. La sociedad ofrece mensajes contradictorios. Por un lado, se les anima a tener relaciones utilizando métodos anticonceptivos, pero no se les educa correctamente sobre otros aspectos que también son fundamentales. En los últimos años está aumentando el número de abortos, de embarazos no deseados y de enfermedades de transmisión sexual. “Tiene que cambiar mucho la educación y la mentalidad de la sociedad para que ese cambio de roles sea realmente efectivo”, insiste Martínez de Santos.

Los sexólogos podrán informar y orientar a los hombres sobre los métodos anticonceptivos que existan en el mercado cuando llegue el momento, pero serán los urólogos y los médicos de cabecera los que estarán facultados para recetar la píldora masculina cuando se comercialice, al igual que ocurre con la píldora femenina.

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