Más de un 40% de los fallecimientos que se registran cada año en España se deben, de forma directa o indirecta, a una complicación cardiovascular. Éste es uno de los datos que se desprende del Informe 2009 sobre la incidencia de las enfermedades cardiovasculares en nuestro país. El recién elegido presidente de la Sociedad Española de Cardiología (SEC) y jefe del servicio de cardiología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, Carlos Macaya, asegura no sentirse sorprendido por la cifra, aunque considera imprescindible actuar ya que, por primera vez, se documentan de forma precisa las causas de mortalidad e ingresos hospitalarios.
Si, y nos sirve a los cardiólogos para subrayar que cerca de la mitad de los fallecimientos tienen su origen en alguna enfermedad cardiovascular, sobre todo, cardiopatía isquémica (causada por una mala función de las arterias coronarias) o ictus.
En líneas generales, no. Sin embargo, llama la atención que regiones tan mediterráneas en cuanto a cultura, gastronomía y hábitos, como Andalucía, Murcia o Valencia, ostenten la tasa de enfermedades asociadas y mortalidad cardiovascular más elevada de España.
No. Me preocupan más los resultados que las respuestas. Se barajan varias posibilidades, pero lo importante es actuar. Con una perspectiva de intervención, este informe cubre un vacío importante en la especialidad y nos proporciona una imagen real de qué ocurre. Si partimos de los datos de 2007 del Instituto Nacional de Estadística (los últimos publicados), es la primera vez que documentamos de forma tan precisa las causas de mortalidad e ingresos hospitalarios en España.
Tendremos la posibilidad de identificar de manera clara si una determinada estrategia preventiva en una comunidad autónoma ha surtido efecto en términos de mortalidad, o si un plan nacional aporta los beneficios esperados. Incluso podremos conocer, en un futuro próximo, el efecto que la actual epidemia de gripe A puede tener en cuanto a un aumento del número de fallecimientos por infarto de miocardio, ya que la gripe convencional se asocia con una mayor tasa de mortalidad.
“En Europa, las enfermedades cardiovasculares son responsables del 42% de las defunciones”
El sesgo puede deberse a que se fijan en estudios regionales, como el llevado a cabo en la provincia de Girona, que es una de las más privilegiadas y con menor índice de mortalidad. Somos en general un país privilegiado, pero la bonanza cardiovascular no es uniforme; el beneficio que nos achacan los colegas europeos podría perderse si no se acometen con urgencia y determinación medidas locales de prevención cardiovascular.
En efecto, la presión funciona. Se ha confirmado cómo, mediante un esfuerzo tremendo para reducir los accidentes de circulación, estos han descendido. Sin embargo, las medidas preventivas para evitar enfermedades cardiovasculares se relajan y no somos capaces de evitar 80.000 defunciones anuales causadas por problemas del corazón. No debemos olvidar que, en gran medida, la muerte por enfermedad cardiovascular es prevenible.
Se calcula que en 2005 fallecieron por este motivo 17,5 millones de personas, un 30% de todas las muertes registradas en el mundo; 7,6 millones se debieron a la cardiopatía coronaria y 5,7 millones, a los ictus.
En Europa, las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de fallecimiento entre hombres y mujeres; son responsables del 42% de las defunciones.
Se espera que estas enfermedades se conviertan en una epidemia dentro de 15 ó 20 años, y que causen más de 4,35 millones de fallecimientos anuales en los 52 estados miembros de la Región Europea de la OMS; más de dos millones de muertes en la Unión Europea. Uno de cada ocho hombres y una de cada 17 mujeres morirán antes de los 65 años a consecuencia de dolencias cardiacas que también son, por si fuera poco, la principal causa de invalidez y disminución en la calidad de vida.
Las consecuencias de las enfermedades cardiovasculares no sólo se cuantifican en términos de morbilidad y de mortalidad. Su impacto económico directo e indirecto es creciente. Los datos extraídos del European Cardiovascular Disease Statistics 2008 revelan que el coste global de las enfermedades cardiovasculares en Europa asciende a más de 192 billones de euros al año, es decir, un coste total anual per cápita de 391 euros.
En el Congreso de las Enfermedades Cardiovasculares, celebrado recientemente en Barcelona, Carlos Macaya presidió la sesión “Cardio Actualidad 2009”. En ella tomaron parte expertos nacionales y extranjeros, que analizaron los últimos avances científicos y crearon un foro de debate multidisciplinario sobre el tratamiento de la patología cardiovascular y la evidencia científica.
El recién elegido presidente de la Sociedad Española de Cardiología y los especialistas reunidos, entre quienes se encontraban Lars Ryden (Suecia) y Valentí Fuster (EE.UU.), analizaron los estudios más relevantes expuestos durante los últimos meses en los principales congresos internacionales. La sesión concretó los temas de máxima discusión en cardiología: arritmias, insuficiencia cardiaca, intervencionismo con catéter, cardiopatía isquémica y perfiles de riesgo cardiovascular.
A propósito de este último punto, Macaya concluyó que los factores de riesgo responsables de la enfermedad cardiovascular son el tabaquismo, la diabetes mellitus, la hipercolesterolemia y la hipertensión arterial, junto con factores no modificables como la edad, el género y la genética. Macaya abogó por colaborar de forma pluridisciplinaria para evitar los cuatro primeros factores, “ya que su control permite prevenir la enfermedad”, y alertó de que casi siete de cada diez pacientes con enfermedad cardiovascular sufren una hipertensión de base.