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¿Qué es el ‘binge-watching’?
El binge-watching o “maratón de series” es una forma de consumo audiovisual que consiste en ver varios episodios —o incluso temporadas completas— de una serie en una sola sesión, durante horas y con apenas pausas. El término proviene del inglés: binge significa “atracón” y watching se refiere al acto de ver televisión o contenidos audiovisuales.
Los maratones de series son bastante habituales entre los adolescentes y jóvenes. Es una tendencia que se consolidó a partir de 2013, con la expansión de plataformas de streaming como Netflix, HBO Max, Amazon Prime Video o Disney+, que ofrecen acceso inmediato a los contenidos y eliminan las restricciones de horarios tradicionales.
¿Qué efectos tiene darse un atracón de series?
Aunque el binge-watching ya está consolidado como un hábito cultural, la investigación científica sobre este fenómeno aún es limitada. Una revisión sistemática de 28 estudios publicados entre 2013 y 2020 analizó las motivaciones, los rasgos de personalidad y los riesgos asociados de las personas que siguen este comportamiento.
El trabajo concluye que el atracón de series puede ser una actividad positiva, entretenida y social, pero también un comportamiento compulsivo cuando se convierte en un mecanismo para evadir problemas o regular emociones negativas.
Entre las motivaciones que provocan el binge-watching destacan:
- Sociales y cognitivas: compartir experiencias y sumergirse en la narrativa de la serie.
- Recreativas: pasar el tiempo.
- Emocionales: necesidad de escapar de los problemas cotidianos, regular emociones negativas y buscar una gratificación inmediata.

Para los investigadores, los casos más extremos de este atracón se asocian con síntomas similares a la adicción: pérdida de control, deterioro de la salud, conflictos en las relaciones sociales, sentimientos de culpa y descuido de obligaciones.
Nuevas consecuencias del ‘binge-watching’
Ahora, expertos de la Universitat Oberta de Catalunya han realizado una investigación en la que advierten de dos nuevas consecuencias del binge-watching. Ambas afectan no solo la cognición, sino también a la forma en que consumimos y nos relacionamos con la cultura audiovisual.
🧠 Memoria de pez
La “memoria de pez” describe esa sensación de no recordar nada al empezar una nueva temporada de una serie. Según Elena Neira, profesora colaboradora de los Estudios de Ciencias de la Información y de la Comunicación de la UOC e investigadora del grupo GAME, “es un fenómeno muy vinculado a los estrenos en bloque de temporadas, que suelen incitar al consumo en maratón”.
Neira explica que ver muchos capítulos seguidos de una serie afecta a dos procesos básicos de la memoria:
- 1. Codificación de la información: el cerebro necesita tiempo para almacenar de modo correcto cada nuevo dato y poder recuperarlo más tarde, lo que no sucede si nos damos un atracón de una serie.
- 2. Memoria a largo plazo: reflexionar sobre la serie, comentarla o leer artículos mientras esperas la siguiente entrega contribuye a consolidar la memoria a largo plazo. Cuando el espectador se entrega a un maratón, «las conexiones son más débiles y, por tanto, es mucho más fácil olvidarlas», explica Neira.
Además, este hábito impide lo que los psicólogos llaman “efecto de memoria espaciada”: la información se recuerda mejor cuando se repasa o estudia en varias sesiones separadas por intervalos de tiempo, en lugar de hacerlo de forma intensiva y concentrada en un solo período. Un estudio de la Universidad de Melbourne (Australia) confirmó que quienes veían un episodio diario o semanal recordaban mejor que quienes lo hacían en modo atracón.
🧠 Efecto túnel
El segundo fenómeno identificado por los expertos de la UOC es el “efecto túnel”, que describe cómo los algoritmos de las plataformas de streaming condicionan nuestro consumo. A pesar de contar con catálogos enormes y libertad teórica de elección, muchos usuarios terminan viendo siempre lo mismo o contenido muy similar.
Desde la perspectiva cerebral, Juan Luis García Fernández, profesor de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC e investigador del grupo NeuroADaS Lab, indica: “Nuestro sistema atencional selectivo, mediado por las redes frontoparietales, está interferido por la motivación y la experiencia previa. Tiende a enfocarse en lo que espera que le guste, y deja fuera lo que considera irrelevante”. Todo esto genera la llamada “visión en túnel”, en la que solo percibimos una parte del catálogo, la sugerida por el algoritmo y la más acorde con nuestros gustos.
García Fernández distingue dos tipos de atención:
- 1. Atención bottom-up: guiada por los algoritmos, donde lo que resalta en el catálogo —un título promocionado o familiar— capta nuestra mirada y nos lleva a pulsar play de forma automática.
- 2. Atención top-down: voluntaria, que requiere esfuerzo y nos permite explorar conscientemente, comparar opciones o descubrir nuevos contenidos.
El experto advierte que, si siempre dejamos que los algoritmos decidan por nosotros, condicionamos de manera progresiva lo que vemos. “Es como si el cerebro se acostumbrara a no tener que decidir, sino a elegir, y cuanto más reducida sea la cantidad de títulos que elijamos, más condicionados podemos estar», concluye.
🛑 Cómo evitar el ‘binge-watching’

Según García Fernández, “la plasticidad cerebral depende de las cosas a las que nos enfrentamos y a los nuevos aprendizajes que tengamos en nuestra vida”. Ver contenido predecible no bloquea la plasticidad por completo, pero sí puede reducirla: si todo lo que vemos es predecible, la adaptación a nuevos retos y aprendizajes se reduce.
En cambio, explorar contenidos fuera de nuestra zona de confort activa regiones frontales del cerebro asociadas al pensamiento crítico, el aprendizaje de nueva información e incluso al fortalecimiento de la reserva cognitiva.
Tanto García Fernández como Elena Neira coinciden en que hay que recuperar el control sobre lo que vemos y cuándo lo vemos. Espaciar el visionado, elegir de forma consciente, explorar más allá de las sugerencias de los algoritmos y comentar lo visto no solo mejora la experiencia, sino que también beneficia la salud cognitiva.


