Científicos franceses crean ratones transgénicos capaces de regenerar la médula espinal

Estos investigadores abren así una vía para el tratamiento de parálisis hoy irreversibles
Por EROSKI Consumer 10 de julio de 2003

Lograr un día que los paralíticos recuperen la movilidad es uno de los grandes retos de la ciencia. Esto que ahora se antoja imposible puede ser una realidad dentro de unos años, gracias al trabajo realizado por un equipo de biólogos franceses, con participación española. Los investigadores han conseguido, por primera vez, que ratones transgénicos cuya médula espinal había sido seccionada previamente, vuelvan a andar.

Este trabajo, dirigido por el científico francés Alain Privat y en el que ha colaborado Minerva Giménez, del Instituto de Neurociencias San Juan (Alicante), es el resultado de seis años de experiencias desarrolladas en la unidad de fisiopatología y terapia de los déficits sensoriales y motores con sede en Montpellier (sur de Francia), dependiente del Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica (INSERM).

Las lesiones traumáticas de la médula espinal causan una pérdida irreversible y permanente de la función motriz voluntaria. La parálisis obedece a la ausencia de regeneración de las terminaciones, o axones, de las neuronas dañadas que conducen el influjo nervioso procedente del cerebro y ordenan la locomoción.

Los científicos de Montpellier partieron de la idea de que la regeneración axonal es impedida por la formación de una cicatriz, provocada por una sobreproducción de dos proteínas (GFAP y Vimentina) en los astrocitos (células que componen el tejido de apoyo del sistema nervioso). Para comprobar la hipótesis, intentaron bloquear la formación de esa especie de malla impenetrable y hostil a la regeneración de los axones en tres tipos de ratones transgénicos.

A los roedores se les practicó una hemisección lumbar de la médula espinal, causante de una parálisis del miembro posterior correspondiente, y los genes responsables de la síntesis de ambas proteínas fueron total o parcialmente inactivados. La conclusión fue que sólo los ratones portadores de las dos mutaciones no desarrollan la cicatriz y recuperan una función locomotriz.

«Hemos aportado la prueba de que es posible hacer que vuelva a crecer el tejido nervioso y obtener una recuperación funcional», afirma Privat. A su juicio, los resultados constituyen una «prueba de principio» para desarrollar una estrategia terapéutica original a fin de tratar a parapléjicos, tetrapléjicos y enfermedades neurodegenerativas como el Parkinson.

El equipo de Montpellier experimenta en la actualidad, con el laboratorio de genética molecular de Villejuif (París), una terapia génica a fin de bloquear la secreción de GFAP y Vimentina. La nueva técnica podría ser aplicada en pacientes con traumatismos recientes para prevenir la cicatrización y, en una segunda fase, en lesiones antiguas para comprobar si hay regeneración neuronal. «En cinco años sabremos si somos capaces de hacerlo», augura Privat, que realizará pruebas en ratones, en monos y, finalmente, en humanos.

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