Dos de cada diez parejas precisan tratamiento para poder tener descendencia

La esterilidad se soluciona en el 60% de las mujeres y en el 40% de los hombres
Por EROSKI Consumer 8 de junio de 2003

El 20% de las parejas actuales necesita algún tipo de tratamiento médico para poder tener hijos. Los últimos avances sanitarios logran encontrar soluciones viables a los problemas de esterilidad en la mitad de los casos, según Carmen Mendoza, profesora del departamento de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Granada y coordinadora del curso Biotecnología de la reproducción asistida.

La investigadora, pionera europea en técnicas de reproducción desde hace dos décadas, sostiene que la calidad del esperma masculino ha descendido en los últimos años debido a los efectos nocivos del alcohol, drogas y tabaco. Los espermatozoides se han reducido tanto en cantidad como en movilidad, los dos indicadores de la salud reproductora masculina. «La ingesta abusiva de alcohol puede resultar muy dañina», avisa Mendoza.

El trastorno alcanza su máximo grado con la azoospermia, una patología que afecta al 2% de los varones y que provoca la ausencia absoluta de esperma. Los deportes de competición y las saunas completan las principales causas de riesgo. «Hay que evitar todo tipo de actividad que provoque un aumento excesivo de la temperatura testicular, especialmente en edad de crecimiento», arguye.

La esterilidad femenina, en cambio, está ligada al retraso progresivo de la maternidad. El ovario de la mujer empieza a tener problemas a partir de los 35 años y su capacidad de producir ovocitos disminuye notablemente.

La biotecnología ha logrado curar el 60% de los trastornos en mujeres, mientras el porcentaje se reduce a cuatro de cada diez cuando el varón es el causante del problema. La gran evolución se está produciendo en las féminas, con nuevas técnicas de estimulación del ovario a través de hormonas recombinantes de origen natural.

Carmen Mendoza dirige actualmente una investigación, cuyos primeros resultados se conocerán en septiembre, en la que se compara la muerte celular programada del espermatozoide -apoptosis- con las células del cáncer de mama. Si el esperma tiene programada su autodestrucción natural, el objetivo es extrapolar este comportamiento a las células cancerígenas para evitar así su fatal desarrollo, concluye la investigadora.

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