El 8% de los universitarios tiene miedo irracional a no llevar consigo el teléfono móvil

La adicción al móvil se manifiesta en síntomas como ansiedad, malestar general, enfado, inquietud o disminución de la autoestima
Por EROSKI Consumer 14 de diciembre de 2011

El 8% de los universitarios españoles sufre nomofobia (abreviatura de la expresión inglesa «no-mobile-phone phobia»), un miedo irracional a no llevar consigo el teléfono móvil, «derivado de un uso patológico de la telefonía móvil», según ha afirmado la experta en adicciones y directora del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico de la Universidad de Granada (UGR), Francisca López Torrecillas. La profesora de la UGR también ha señalado que los jóvenes adictos a los teléfonos móviles se aburren más a la hora de realizar actividades de ocio, son más extrovertidos y buscan más sensaciones nuevas que los no adictos, si bien presentan una autoestima más baja que estos.

La adicción al móvil se traduce en una mayor frecuencia en el uso del teléfono móvil en el envío y recepción de e-mail, SMS y MMS (además de otros programas como Whatsapp), la consulta permanente de noticias y el «mantenimiento» o consulta de su teléfono móvil a la hora de dormir.

López Torrecillas explicó que a pesar de que algunos autores señalan a la nomofobia como una de las últimas enfermedades provocadas por las nuevas tecnologías, «ésta es sólo un síntoma más de la adicción al móvil». Los adictos al móvil a menudo registran características de personalidad comunes, como una baja autoestima, problemas con la aceptación del propio cuerpo y déficit en habilidades sociales y en resolución de conflictos.

La nomofobia se manifiesta en síntomas como ansiedad, malestar general, enfado o inquietud, negación, ocultación y/o minimización del problema, sentimiento de culpa y disminución de la autoestima, describió la profesora. Además, según López Torrecillas, el teléfono móvil se ha convertido «en una especie de cordón umbilical entre los estudiantes universitarios y sus familias, especialmente entre los estudiantes y sus madres».

Al diagnosticar la nomofobia, concluyó la investigadora de la UGR, se debe tener en cuenta la historia clínica de los universitarios, ya que el haber sufrido trastornos afectivos, ansiedad y abuso de sustancias influye en la presencia de la nomofobia. Así pues, «es necesario centrar los esfuerzos en este colectivo, puesto que estos adolescentes y jóvenes contemporáneos son las primeras generaciones nacidas entre estas herramientas», apostilló.

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