El coronavirus causante del Síndrome Respiratorio Agudo Severo (SRAS) experimenta mutaciones con gran rapidez y facilidad, lo que complicará el diseño de una vacuna y puede favorecer la aparición de cepas más dañinas. A esta conclusión han llegado científicos del Instituto de Genómica de Pekín tras descifrar la secuencia del genoma del virus, aislado de dos enfermos chinos, y compararla con la lograda en Canadá y EE.UU. a partir de tejidos de personas infectadas en América.
El genoma del coronavirus está formado por una larga cadena de 29.736 unidades bioquímicas (nucleótidos). Sin embargo, la secuencia de unidades del coronavirus que se propaga por Asia y la del que lo hace por Norteamérica muestra apreciables diferencias. Aunque este hallazgo precisa de nuevas confirmaciones (debe descartarse errores en la secuenciación), echa un jarro de agua fría sobre las expectativas de diseñar una vacuna de aplicación mundial con la urgencia precisa.
Los científicos ya sopesaban esta hipótesis porque el gran tamaño del genoma de los coronavirus, que infectan a humanos y otros vertebrados, favorece recombinaciones de su material genético, un proceso que puede originar el salto de una especie a otra.
Ácido ribonucleico
Aunque pertenece a una familia distinta a la del VIH, el virus de la inmunodeficiencia humana que causa el sida, y a la de la gripe, el material genético del agente infeccioso de la neumonía atípica también está constituido por ácido ribonucleico (ARN). Y todos los virus de ARN muestran gran capacidad para alterar su configuración genética durante su rápida multiplicación en el interior de las células. Con esos cambios pueden acentuar su capacidad patógena y ampliar el número de tejidos del organismo donde originan daños.
A mediados de los años 80, un coronavirus que coloniza el intestino de los cerdos mutó repentinamente y provocó desde entonces infecciones en los pulmones de esos animales. Se sabe que esas mutaciones se producen en los genes que codifican las proteínas externas, aquellas que otorgan aspecto de corona a la envoltura de los coronavirus.
Uno de los mayores expertos en esta familia de virus es Luis Enjuanes, del Centro Nacional de Biotecnología, en Madrid. Su equipo demostró en 1999 que, con dos mutaciones puntuales, el coronavirus porcino altera su órgano diana y se trastoca su gravedad infecciosa.
Síntomas sospechosos
La posibilidad de que el coronavirus de la neumonía atípica haya mutado y propiciado dos cepas diferenciadas se intuyó hace una semana. Ocurrió en la Universidad de Hong Kong cuando sus científicos observaron síntomas más severos en un grupo de pacientes. El microbiólogo Yuen Kwok-yung, de la citada Universidad, explicó que los 300 infectados en el bloque de apartamentos Amoy Gardens presentan una tendencia tres veces superior a sufrir diarreas, necesitan mayores cuidados sanitarios y responden peor al tratamiento con una combinación de fármacos antivirales y esteroides. Igual ocurre con los médicos que han sido contagiados por los inquilinos de Amoy Gardens.
Según precisó este investigador a la revista «New Scientist», no puede descartarse la aparición de una cepa del coronavirus de la neumonía que ataca tanto al intestino como a los pulmones. Este hecho encaja con lo observado en los coronavirus que infectan a animales y explicaría por qué la mortalidad es más elevada en Hong Kong.
El diario «The Financial Times» señaló que las rápidas mutaciones en el coronavirus eran conocidas desde el 16 de abril por el Instituto de Genómica de Pekín, aunque el Gobierno chino presionó para evitar su difusión. Finalmente, el hallazgo apareció el martes, entre líneas, en un comunicado de ese centro sobre la secuenciación del virus.