El Gobierno chino ha puesto en marcha una campaña nacional contra el aborto selectivo, práctica en la que las niñas son las principales víctimas, y que ha conducido a un gran desequilibrio en los índices de natalidad del país asiático.
La campaña tendrá una duración inicial de tres años y tiene por objetivo reducir la creciente disparidad entre niños y niñas, tendencia que amenaza la prosperidad económica y la estabilidad social de este país. Según las estadísticas oficiales, en China nacen 119 niños por cada 100 niñas, mientras que en el resto del mundo el porcentaje es de 107 frente a 103.
Por esta razón, el Ejecutivo chino emitió en marzo pasado una regulación que impide los abortos selectivos en función del sexo del bebé, fenómeno especialmente corriente en las provincias menos desarrolladas del interior.
La Comisión de Población y Planificación Familiar (CPPF) enviará en las próximas semanas varios equipos de expertos a las provincias de Qinghai, Hebei, Ningxia, Gansu y Mongolia Interior para impartir seminarios sobre igualdad y reproducción sexual.
Por otra parte, la CPPF ha anunciado la puesta en marcha de un programa de educación gratuita para las niñas a las que se les niegue, por razones culturales o sociales, el derecho a acudir a la escuela.
La política del hijo único, que tipifica multas y penas de cárcel a las familias que procreen más de un hijo, ha fomentado tanto el aborto selectivo como el infanticidio, aseguran los expertos. Además, señalan que la llegada a China de los ultrasonidos ha posibilitado también el conocimiento del sexo del bebé antes del nacimiento entre la población rural, lo que ha multiplicado el número de abortos.
La gran mayoría de los niños amparados en los orfanatos chinos son segundas hijas de matrimonios campesinos y más del 95% de los menores abandonados en el país también son niñas. Las organizaciones defensoras de los derechos humanos afirman que alrededor de 100 millones de niñas han sido abandonadas en China desde que entró en vigor la política del hijo único.
