Expertos recurren al uso de mascotas para terapias psicológicas

Los especialistas aseguran que ayudan a superar crisis de bloqueo y contribuyen al desarrollo físico y psíquico de las personas
Por EROSKI Consumer 24 de marzo de 2002

Los profesionales de la salud confían cada vez más en la capacidad de los animales para contribuir al bienestar de las personas. Médicos, psicólogos y trabajadores sociales apuestan por el uso de mascotas para potenciar las habilidades humanas y contribuir al desarrollo físico y psíquico del individuo. No sólo los delfines y caballos sirven, como se ha creído durante mucho tiempo, para la realización de terapias. Animales mucho más cercanos al ser humano, como perros, gatos y pájaros también pueden contribuir a la corrección de determinadas conductas, a superar la timidez o a devolver la sonrisa a una persona deprimida.

Centros especializados y gabinetes psicológicos han desarrollado múltiples experiencias en los últimos años sobre terapias con animales, especialmente en la zona de Cataluña. «No decimos que un autista o un síndrome de Down va a dejar de serlo por someterse a una terapia con animales. No hablamos de casos milagro. Hablamos de mejorar la calidad de vida de las personas, de contribuir a que superen sus miedos y estimularles para el desarrollo de sus aptitudes personales», explica la psicóloga clínica Isabel Salama, profesora honoraria del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Madrid.

La doctora Salama, con amplia experiencia en este campo, destaca que los tratamientos con animales ayudan a superar problemas tanto físicos, como de salud mental, educativos o emotivos. Una buena relación entre una mascota y su amo permite a un disminuido mejorar sus destrezas motoras o habilidades con una silla de ruedas. La compañía de animales ayuda a reducir la ansiedad, mejorar la autoestima, superar sentimientos de soledad y propiciar, incluso, una mejora de las relaciones sociales.

Lo confirma Juan Almirall, director del centro Oriol Badia, situado en Villafranca del Penedés. La institución, dependiente de la Generalitat, persigue la integración de jóvenes delincuentes que cumplen penas en régimen abierto o semiabierto. Las instalaciones cuentan con una «pequeña arca de Noé», con gallinas, palomas, perros, patos, y dos asnos guará catalán, una especie autóctona en vías de extinción. La granja, que permite iniciar a los chavales en las tareas del campo, cumple también una función terapéutica. «El trato con los animales nos permite trabajar temas como la sexualidad, el abandono familiar, los malos tratos o la frialdad de un chico», explica el especialista.

El Geriátrico Municipal de Barcelona, situado en la zona del Tibidabo, se aprovechó de los gatos vagabundos que poblaban sus amplios jardines para impulsar un innovador programa con los residentes. La colonia felina se había convertido en un problema de salubridad para el centro, pero muchos residentes tenían en los gatos algo más que una compañía. La institución saneó los animales y los incluyó en sus terapias. «Los mayores necesitan sentirse útiles y queridos. En un centro como éste, donde todo se les da hecho, les damos la oportunidad de sentirse importantes, responsables, para muchos de volver a ilusionarse», resume Carmen Sánchez Jiménez, supervisora de Enfermería del centro.

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