
Hay quienes prefieren fijarse en los riesgos de la inteligencia artificial (IA) y quienes se inclinan por ver las oportunidades que brinda. Sin olvidarse de los peligros, Julio Mayol pertenece al segundo grupo y destaca el carácter rompedor de esta nueva tecnología en todos los ámbitos y especialmente en el de la salud. El director científico del Instituto de Investigación Sanitaria del Hospital Clínico San Carlos de Madrid (IdISSC), catedrático de Cirugía de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y delegado del decano para Nuevas Tecnologías y Comunicación, aboga por colaborar para utilizarla «de la manera éticamente más correcta y más humana, teniendo en cuenta que hay 5.000 millones de personas en el mundo que no tienen acceso a asistencia sanitaria, ni buena ni mala: a ninguna».
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¿Cómo le explicaría a alguien que no sabe nada de la inteligencia artificial qué es?
Es la capacidad de las máquinas para imitar o simular los procesos cognitivos del cerebro humano, igual que los aviones simulan a los pájaros; no hacen lo mismo que ellos, pero vuelan. Con la inteligencia artificial, las máquinas piensan, pero lo hacen imitando nuestros procesos, no lo hacen exactamente igual.
Como ocurrió con Internet, ¿es de esos cambios que marcan un antes y un después en la Humanidad?
Este es mucho más importante. Internet solo es una autopista, esto es un destino. Se trata de una tecnología que simula ser tan inteligente como nosotros.
¿En qué ámbitos de la salud está más desarrollada?
En la salud lo que se ha hecho hasta ahora es inteligencia artificial descriptiva y discriminativa, que está relacionada con el análisis de imagen. Sin embargo, esa no es la gran revolución. Lo rompedor, lo disruptivo, es la aparición de la inteligencia artificial generativa, la que de verdad habla y produce nuevo contenido de una manera muy similar a como lo hacen los humanos.
¿Qué grado de fiabilidad tienen sus aplicaciones a día de hoy? Lo digo porque en otros ámbitos, como el informativo, ya han dado algunos disgustos, por ejemplo, a Apple.
La inteligencia artificial es tan fiable como los humanos porque no hace más que simular nuestros procesos cognitivos, incluso, a veces, un poco más fiable. La diferencia está en que lo puede hacer de una manera todavía mucho más plausible y fiable que nosotros, y además ser muy difícil de detectar. Pero, en el fondo, la inteligencia artificial es matemáticas, es estadística y ninguna de sus respuestas es 100 % segura.
En los últimos 40 años la mortalidad por cáncer se ha reducido a la mitad, según la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM). ¿Cómo puede ayudar la IA a reducirla más?
Hay que precisar lo de la mortalidad porque puede ser engañoso decir que se ha reducido. La mortalidad de la especie humana siempre es del 100 %. Lo que se ha hecho es aumentar la expectativa de vida una vez que se tiene el diagnóstico de cáncer. La mejor manera de reducir la mortalidad en ese concepto es mejorar la prevención, no los tratamientos. El gran reto, el que hasta ahora no se ha abordado bien, es la prevención, y la inteligencia artificial puede ayudarnos a reconocer patrones, a identificar a aquellas personas que tienen más riesgo y qué intervenciones pueden ayudarles a disminuir sus probabilidades de desarrollar esta u otras enfermedades.

Sin embargo, suele hablarse mucho más de la inteligencia artificial en relación con los tratamientos.
Sí, pero eso tiene que ver mucho con el sesgo del pensamiento humano y los incentivos que hay hacia el tratamiento y no hacia la prevención. Que no ocurra una cosa no genera ningún negocio; sí lo genera que ocurra y haya que tratarla. Sin duda, lo que más mejoraría la supervivencia de los humanos es mejorar la prevención. Evidentemente, una vez que algo ha ocurrido, poder encontrar el mejor tratamiento posible es siempre bueno y favorable.
¿La prevención no es un ámbito preferente de la IA en estos momentos?
Hay muchos estudios sobre biomarcadores y cosas que se pueden hacer para prevenir, pero de momento no hay incentivos en esa línea. Nuestra sociedad todavía está basada en el patrón de la Revolución Industrial, en hacer más cosas una vez que han pasado los accidentes. Nunca medimos bien cómo hemos mejorado la expectativa de vida de los humanos dejando de hacer cosas. Por eso los incentivos ahora mismo están más en el tratamiento que en la prevención.
¿La IA liberará a los profesionales de algunas tareas y beneficiará a la relación médico-paciente?
Sin duda, la inteligencia artificial humanizará de nuevo la medicina, porque ahora mismo los médicos pasamos más tiempo mirando pantallas que mirando a las personas.
Miguel Delibes dijo en su ingreso a la Real Academia de la Lengua que todo progreso tiene su culatazo. ¿Cuál puede ser el de la IA en el ámbito de la salud?
Toda acción tiene una reacción, toda solución tiene un riesgo. Ahora mismo, el riesgo fundamental es el de la desinformación y la manipulación, así como los sesgos y, sobre todo, la posibilidad de que quienes tenemos mucho tengamos más, y quienes no tienen sigan sin tener ningún acceso a la inteligencia artificial. Ahora mismo, el mayor riesgo de la IA es la explotación por parte de unos de las necesidades de otros.
¿Cabe la posibilidad de que en el futuro deje de atendernos un profesional y pase a hacerlo una inteligencia artificial como ya se ha probado, por ejemplo, en el metro en Moscú?
En Star Wars no hay ni un solo médico ni una sola enfermera humana. El sueño de nuestra especie es sustituirnos porque hemos sido uno de los pilares del poder establecido en nuestras sociedades, y esa relación que hemos tenido como agentes con el conocimiento ha generado muchas tensiones. Por un lado, la gente nos quiere, pero por otro lado, no.
¿La IA lo hará igual de bien, mejor incluso que los profesionales?
El gran desafío ahora mismo es el sueño de que una máquina pueda hacer lo mismo que un médico, pero más rápido y mejor. Eso no sería grave, si nuestra especie no se caracterizara por intentar convertir sus sueños en realidad. Así que esto pasará probablemente, no puedo decir que en mi tiempo de vida, pero en cosas poco complejas y muy rutinarias seguro que los humanos vamos a ser reemplazados por inteligencia artificial.
¿Entre sus colegas advierte confianza o recelo en el futuro de la inteligencia artificial en la medicina?
La mayoría tienen recelo y en alguna parte, miedo. Con la inteligencia artificial vamos a ganar, pero no sabemos quiénes. Ese es el gran problema. El desafío sería pensar de una manera diferente, transformar la sanidad, pero eso no es fácil porque los líderes políticos no están interesados en cambios cuyo rédito no van a ver a corto plazo.
¿Los hay que prefieren mirar para otro lado?
La inteligencia artificial, como otras cosas, es inevitable, y lo mejor es no tenerle miedo y agachar la cabeza como si fuéramos un avestruz. Lo importante es colaborar para utilizar la tecnología de la manera éticamente más correcta y más humana, teniendo en cuenta que hay 5.000 millones de personas en el mundo que no tienen acceso a asistencia sanitaria, ni buena ni mala: a ninguna.
Dado que agilizará procesos y, en ese sentido, supondrá un ahorro económico, ¿puede ser la salvación para sistemas sanitarios como el español?
La viabilidad supone una transformación del sistema, y esta es una tecnología disruptiva que nos puede ayudar a mejorarlo. Pero los elementos clave no son solo la tecnología; la IA es la herramienta. En primer lugar, la viabilidad de los sistemas sanitarios tiene que ver con un cambio en los modelos de negocio, en cómo financiamos la sanidad y por qué; sobre todo, por qué financiamos la sanidad. En segundo lugar, guarda relación con un cambio en la cultura, en no seguir obsesionados por hacer más y dar más, sino en hacerlo mejor. Y esto todavía no ha llegado, no estamos ahí en nuestra cultura.