Dientes más blancos

Mostrar una sonrisa bonita puede costar entre 300 y 900 euros
Por Azucena García 18 de noviembre de 2003

Las sonrisas de cine están de moda. La dentadura es la tarjeta de presentación de cualquier persona y, por esta razón, cada vez es más habitual acudir al dentista para someterse a una sesión de blanqueamiento dental. Las técnicas varían en función del tipo de dientes, que pueden ser vitales o no vitales, y alcanzan un precio que oscila entre los 300 euros de un tratamiento con peróxido de carbamida y los 900 del láser. En cuanto a los resultados, los especialistas aseguran que son espectaculares, aunque reconocen la necesidad de someterse a sesiones de recuerdo para mantenerlos.

Pérdida del color

Con el paso de los años, la mala higiene bucal y un consumo excesivo de café, tabaco o vino, los dientes pierden progresivamente su color natural y ofrecen un aspecto más amarillo o grisáceo, acentuado también por la propia genética, que determina el color de las piezas, o la ingesta de medicamentos como la tetraciclina.

Ante esta situación, cada vez es más habitual acudir a la consulta del dentista en busca de un tratamiento que devuelva el blanco a la dentadura, admite el médico estomatólogo Luis María Ilzarbe, investigador asociado al Instituto CEEI (Centro Europeo de Empresas Innovadoras).

“La presión social y el culto por la estética demandan cada vez más soluciones dentales estéticas. Tener una sonrisa agradable y de un color blanco es lo que todos deseamos, porque es sinónimo de belleza, juventud y salud”, constata el doctor José Rábago, de la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA).

El blanqueamiento dental, que rara vez es doloroso aunque sí puede producir cierta sensibilidad dentaria, consiste en devolver su color natural a las piezas y se realiza de molar a molar, ambos excluidos, ya que al estar situados en la parte posterior de la boca no afectan tanto a la estética. “Es mayor la importancia de un molar para la correcta masticación”, precisa Luis María Ilzarbe.

En cuanto a los empastes, el blanqueamiento dental suele obligar a reemplazar los existentes en la boca, de manera que el tono de estos se adapte mejor al obtenido tras el tratamiento, que obligará, además, al paciente a someterse a sesiones de recuerdo para mantener el tono alcanzado y que se pierde, parcialmente, con el paso del tiempo.

Dientes vitales y no vitales

En ocasiones, los dientes endodonciados -en los que ha sido eliminado el nervio- cambian de color debido a alteraciones de la dentina interna, que se oscurece y transmite ese tono a través del esmalte. En estos casos, el blanqueamiento debe realizarse desde el interior del diente, de dentro hacia fuera, aplicando un gel blanqueador en la cavidad dejada por la pulpa dentaria o mediante la aplicación de algodones impregnados con agua oxigenada.

En el resto de dientes, denominados vitales (aquellos que conservan la pulpa dentaria), existe la posibilidad de realizar el tratamiento en una clínica, en casa o con una técnica combinada.

Además, como alternativas al blanqueamiento, existen otras opciones capaces de devolver a la sonrisa un aspecto saludable y recomendadas para aquellos casos en los que la dentadura esté más deteriorada. Entre otras, destacan las microabrasiones, las remodelaciones con resinas compuestas, o las coronas y carillas de porcelana.

Técnicas y duración

Principalmente, existen tres técnicas de blanqueamiento dental, según las necesidades del paciente, el tono de sus dientes y el desembolso que esté dispuesto a realizar, puesto que los tratamientos varían entre los 300 euros de una solución con peróxido de carbamida y los 900 euros que alcanza el empleo del láser.

Peróxido de carbamida. El tratamiento se realiza en casa gracias al uso de unas férulas realizadas por el dentista y a las que se añade un líquido (peróxido). Cuando el paciente se va a dormir, se coloca las férulas, que ha de llevar toda la noche durante dos o tres semanas.

Luz halógena. El tratamiento se realiza en la clínica dental con un líquido de peróxido de hidrógeno que, mediante la aplicación de una luz con lámparas halógenas, produce una reacción química, denominada oxidación, que consigue devolver su color natural a los dientes.

Generalmente, son necesarias entre dos y tres sesiones de una hora, aunque una reciente variación, que consiste en el uso de lámparas de plasma, consigue el blanqueamiento de las dos arcadas (dentadura superior e inferior) en apenas cuarenta minutos.

Láser. Se trata de un sistema más rápido, similar al anterior, con el que se consiguen resultados en una única sesión, que suele durar algo menos de tres horas. En este caso, el proceso de oxigenación se acelera con el efecto del láser, que elimina las manchas de la estructura del diente.

“El láser es el método más rápido y eficaz que se conoce, ya que sólo es necesaria una sesión y aclara el color de los dientes sin afectar al esmalte”, defiende María Luisa Castan, odontóloga de una de las principales clínicas especializadas en el uso de esta técnica.

Precauciones y contraindicaciones

Antes de comenzar un tratamiento, el médico encargado del mismo debe asegurarse de que las encías del paciente están sanas y realizarle una limpieza de boca para eliminar todas aquellas partículas que producen manchas en los dientes. Además, deberá confirmar la ausencia de caries y recomendarle la realización de enjuagues con algún tipo de solución fluorada para evitar posibles casos de hipersensibilidad.

“Todos los tratamientos que se realizan sobre el tejido dentario tienden a debilitar estas estructuras”, señala el doctor Rábago, quien reconoce, no obstante, que si bien la citada limpieza raya el esmalte, “el efecto que se consigue sobre los tejidos de soporte, principalmente la encía y el hueso, es tan importante, que la ligera abrasión de esmalte se considera nula”. De esta manera, los posibles efectos secundarios, como sensibilidad dentaria o irritación gingival, desaparecen cuando se termina el tratamiento.

Por otro lado, conviene tener en cuenta que “no todos los pacientes pueden ser candidatos a tratamiento -explica Ilzarbe-. Tratar al primer paciente que entre por la puerta del consultorio llevará seguro a una tasa amplia de fracasos”. Por esta razón, resulta necesario no dejarse llevar por las buenas palabras y asegurarse de que el especialista que nos está tratando conoce la materia.

El blanqueamiento no está recomendado en embarazadas, pacientes menores de 17 años o mayores de 60, y aquellos con estructuras dentarias deficitarias, que carezcan del esmalte suficiente o que la influencia de medicamentos como la tetraciclina haya producido una tinción muy importante.

“Por desgracia, en estos pacientes que realmente lo necesitan, los efectos del blanqueamiento son prácticamente inapreciables. Las alternativas terapéuticas más adecuadas para estos casos son el recubrimiento de los dientes teñidos con composites o el cementado de carillas de porcelana”, aconseja José Rábago.

Cuidados de la boca

Aunque no siempre es posible evitar que los dientes se oscurezcan y pierdan su color natural, existen una serie de normas que se deben tener en cuenta para mantenerlos blancos y sanos, en condiciones para someterse a uno de estos tratamientos:

Cepillarse los dientes después de cada comida. Es necesario cepillarse los dientes cada día después de cada comida, como medida para evitar la aparición de caries. Se debe realizar con un masaje suave sobre las encías y un cepillo que no sea demasiado duro.

Empleo de hilo dental. Indispensable para eliminar los restos de comida que no pueden ser retirados por el cepillo y favorecen la aparición de mal aliento. Los enjuagues bucales constituyen, además, un complemento perfecto para acabar con el mal olor y dificultar la formación de caries.

Visita al dentista y limpieza bucal. Cada año, se debe acudir a la consulta de un especialista, que será quien valore el estado de los dientes y decida la necesidad o no de llevar a cabo una limpieza bucal para acabar, entre otras cosas, con el sarro.

Dentífricos blanqueadores. No se debe abusar de ellos, ya que pueden resultar muy abrasivos y afectar negativamente al esmalte. Existen otros productos más naturales, como el bicarbonato, que ayudan a conseguir un tono natural más blanco con resultados menos dañinos.

Reducir o evitar el consumo de café, alcohol, tabaco o azúcar. Sustancias muy dañinas para el esmalte que favorecen la pérdida de color de éste, así como la aparición de manchas y caries.

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