La epidemia de fiebre hemorrágica de Marburgo que azota Angola ha entrado en un punto crítico, aunque el número de nuevos casos comienza a descender; se ha pasado de 25-30 nuevos infectados a 15 por semana, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Los técnicos de la agencia sanitaria confían en haber roto la cadena de transmisión. Pero «debemos continuar e intensificar nuestros esfuerzos si queremos vencer definitivamente la epidemia», señala Mike Ryan, experto de la OMS.
De momento, ayer la OMS aprobó un fondo extraordinario de 1,5 millones de euros para proporcionar nuevos equipos de aislamiento, contenedores de agua, mantas y medicinas que ayuden a controlar la enfermedad. Los últimos datos del Gobierno angoleño estiman que este virus, tan letal como el Ébola, se ha cobrado 247 vidas.
Educación de la población
Los esfuerzos por educar a la población empiezan a dar sus frutos. La OMS asegura que se han reducido las agresiones al personal sanitario, las familias empiezan a evitar el contacto con los infectados, y ya no se esconden los cadáveres, en la medida de hace dos semanas.
Sin embargo, Médicos Sin Fronteras (MSF), una de las organizaciones que trabajan en el epicentro de la epidemia, no se muestra muy optimista. Aitor Zabalgogeaskoa, responsable de la Unidad de Emergencias de MSF, está convencido de que si hay menos casos «es porque no los vemos, no porque la epidemia empiece a estar controlada». Coincide con la OMS en que la población ha dejado de ser tan agresiva con el personal sanitario, pero aún se resiste al aislamiento de sus enfermos. «Prueba de ello es que en estos momentos sólo tenemos una persona aislada», asegura.
Los sanitarios que combaten la epidemia están cambiando sus hábitos para evitar que los familiares sigan escondiendo a sus enfermos. Las unidades de aislamiento se ven como zonas donde se va a morir, por ello se intenta que se pueda ver lo que se hace en el interior. Tampoco se desplazan con los aparatosos trajes de aislamiento y los equipos, sino que se visten directamente en las zonas donde deben atender a los enfermos y realizar labores de desinfección. El inconveniente de estas maniobras es que para vestirse y protegerse necesitan 25 minutos, y sólo hay tiempo para recoger dos o tres enfermos diarios.