Hace años que los marcapasos y la estimulación eléctrica dejaron de ser instrumentos de uso exclusivo en cardiología. El tratamiento de síntomas del parkinson, la parálisis cerebral, el dolor crónico y la incontinencia son cuatro ejemplos de cómo la neuroestimulación puede también mejorar el pronóstico de muchas enfermedades. Las personas con incontinencia que no responden a ningún tratamiento farmacológico o quirúrgico tienen todas sus esperanzas puestas en estos sistemas que están empezando a ofrecer sus mejores resultados. Ahora un nuevo estudio, publicado en la última edición de la revista «The Lancet» respalda la estimulación eléctrica del nervio sacro como un tratamiento futuro para la incontinencia fecal.
Investigadores de la Universidad de Nuremberg (Alemania) relatan su experiencia con 34 pacientes a los que se les implantó este sistema para valorar cómo mejoraba su calidad de vida. Los pacientes mantuvieron un registro sobre sus episodios de incontinencia y se realizó un seguimiento a intervalos durante tres años tras el comienzo del estudio. Se comprobó que la estimulación del nervio sacro redujo el número de episodios semanales de incontinencia, desde 16 por semana al inicio del estudio hasta tres después de un año de tratamiento y sólo dos a los dos años. Los investigadores observaron que la estimulación también produjo más motilidad y sensibilidad rectal.
La incontinencia urinaria y fecal aumentan conforme avanza la expectativa de vida de la población. Se estima que la incontinencia anal afecta a un 11 por ciento de los varones y hasta un 26 por ciento de las mujeres después de los 50 años. Como en la incontinencia urinaria, el paciente tipo son mujeres de entre 50 y 60 años que han sufrido partos complicados y con la edad y el deterioro del suelo pélvico sufren estos trastornos.
Sistema implantable
Los sistemas diseñados para la incontinencia anal son similares a los desarrollados para evitar pérdidas de orina. Los marcapasos urológicos generan el impulso eléctrico y un electrodo transmite la señal para estimular los nervios que van a la vejiga. Este sistema es totalmente implantable.
Ambos se colocan con anestesia local, sin ingreso hospitalario y con una pequeña incisión. En el caso de la orina lo que se consigue es evitar la micción involuntaria; se estabiliza el comportamiento de la vejiga y el paciente puede acudir al cuarto de baño cuando siente la necesidad.
En algunos pacientes se utiliza un único sistema para controlar los dos tipos de incontinencia. Todos los órganos que tienen la misión de evacuar, tanto orina como heces, están regulados por el nervio pudendo. Por lo que actuando sobre ese punto común se pueden controlar las alteraciones en los reflejos que controlan este tipo de funciones.
En incontinencia fecal, los resultados son aún mejores que los escapes de orina y alcanzan el 80 por ciento de éxito. Las personas implantadas mejoran sus problemas de estreñimiento, por lo que podría ser una opción para este trastorno tan común y aliviaría el dolor pélvico. En España, para avanzar en este campo, se ha creado el Grupo Español de Neuromodulación Sacra. Este grupo estudia desde 1998 los beneficios y riesgos de la neuromodulación y ha creado un registro nacional.