Lo que dura el amor

Enamorarse es el primer paso en la formación de pareja en humanos y, en fechas recientes, punto de mira de la investigación neurocientífica
Por Teresa Romanillos 16 de febrero de 2007
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Imagen: andresr

“Las grandes pasiones son enfermedades incurables”, decía el poeta Goethe. Pérdida de sueño y apetito, hiperactividad… son algunos de los síntomas que sufren los enamorados. La química del amor está mediada por una serie de sustancias que nos hacen sucumbir a la pasión amorosa. Sin restar méritos al romanticismo, se han identificado una serie de sustancias químicas implicadas en la pasión amorosa. Curiosamente, los hombres parecen ser más susceptibles a la acción de esta química; ellos se enamoran de forma más rápida y fácil que las mujeres. En este artículo se describen las distintas fases del amor y su relación con las hormonas y los neurotransmisores.

El enamoramiento: un año de duración

La antropóloga Helen Fisher, profesora de investigación de la Rutgers University de New Jersey (EE.UU.), identifica en el cerebro humano los tres aspectos del amor: lujuria, atracción y unión. La lujuria (deseo sexual) es producto de la testosterona, que es la causante del impulso inicial que hace buscar pareja.

Luego viene la atracción, el enamoramiento, que se atribuye en parte a los bajos niveles de serotonina y a la dopamina, un neurotransmisor cerebral que se relaciona con la sensación de bienestar. Cuando el amor se consolida, el vínculo y la atracción que evolucionan hacia una relación calmada, duradera y segura tienen que ver con la oxitocina y la vasopresina.

Durante el enamoramiento, la testosterona aumenta en las mujeres y se reduce en los hombres
La antropóloga define el enamoramiento como una «cumbre química» que suele terminar después de un año, sea porque el cerebro produce menos sustancias o porque los receptores se adormecen. El amor se deteriora y evoluciona y este avance es lo que permite establecer distinciones entre varias parejas potenciales o conservar la energía de apareamiento y enfocarla solo en una pareja.

Para el momento en que esta energía ha engendrado un hijo, el cerebro ya ha pasado a la siguiente fase, la unión, un estado caracterizado por sentimientos de seguridad, comodidad y unión espiritual con una pareja estable. La unión es el sentimiento más duradero, mucho más que la lujuria o el enamoramiento, pero también puede menguar o quedar relegado por otros sentimientos.

La teoría del ciclo reproductor de cuatro años

En uno de sus últimos trabajos, Fisher estudió 58 culturas de todo el mundo, comprobando que en todos los lugares las pautas de las relaciones amorosas eran similares. Su investigación constató que las mujeres tendían a tener hijos cada cuatro años y que el momento en que una pareja tiene mayores probabilidades de separarse es en el cuarto año de relación, que es el plazo más habitual del divorcio. Así elaboró la teoría del ciclo reproductor de cuatro años: Fisher cree que este ciclo es el remanente de la temporada de reproducción de nuestros ancestros, ya que considera que es el tiempo en que un hombre y una mujer deben permanecer juntos al menos hasta que su hijo camine y se destete y para que pueda ser cuidado por otros.

Pese a que el índice de divorcios aumenta mucho, según la mujer es más independiente en términos económicos, este patrón no cambia. Parece que los seres humanos tienen muchos modelos reproductivos diferentes. El cerebro es un órgano muy flexible, y diferentes personas manejan esos sistemas cerebrales de manera distinta; unas forman un matrimonio para siempre y otras, aunque sienten gran cariño por su pareja, al tiempo pueden enamorarse de otra persona. El amor, tal vez la emoción más deseada y a la que han prestado más atención poetas y cantantes, quizás no sea solo cuestión de física y química como creía el científico Severo Ochoa… ¡Hasta qué punto las hormonas y neurotransmisores son los responsables de esta emoción!

¿Por qué las personas se enamoran?

La oxitocina es importante para incitar el comportamiento maternal en los animales
Uno de los estudios que demuestra el papel de la dopamina en el enamoramiento también fue efectuado por Fisher. Con la esperanza de descubrir por qué la gente se enamora, investigaron los cerebros de individuos neoyorquinos que estaban «locamente enamorados». Más de 800 voluntarios de varias edades y condiciones fueron estudiados mediante resonancia magnética para tratar de analizar cuáles son las zonas y sustancias cerebrales implicadas en el amor romántico.

El trabajo revela que hay dos regiones muy activas. Una de ellas es el núcleo caudado, una primitiva región en forma de C relacionada con el sistema del placer, la excitación sexual y la motivación para lograr recompensas. La otra es el área tegmental ventral, la veta madre de las células que producen dopamina, neurotransmisor que se asocia con la sensación de bienestar, implicado también en los mecanismos de placer y recompensa.

Otros neurotransmisores involucrados son la norepinefrina, que produce euforia, hiperactividad y pérdida del apetito y el bajo nivel de serotonina responsable de la pérdida de sueño y del «pensamiento intensivo», el «no puedo dejar de pensar en ti» de muchas canciones de amor.

Pero también la feniletilamina se ha vinvulado con el amor. Donald F. Klein y Michael Lebowitz, del Instituto Psiquiátrico de Nueva York (EE.UU.), sugirieron que el cerebro de una persona enamorada contenía grandes cantidades de esta sustancia, que sería responsable algunas de las sensaciones y modificaciones fisiológicas que experimentamos cuando uno se enamora. La feniletilamina podría ser también causante de los efectos antidepresivos del ejercicio físico, como también de la liberación de endorfinas.

Química del amor, distinta entre hombres y mujeres

Pero todas las sustancias implicadas en la química del amor actúan de la misma forma en ambos sexos. La testosterona, relacionada con el impulso sexual, se comporta de una manera que puede parecer contradictoria ya que, mientras que en las mujeres enamoradas aumenta el nivel, en los hombres se reduce.

En un trabajo realizado por el departamento de Psiquiatría y Neurobiología de la Universidad de Pisa (Italia), publicado en Psychoneuroendocrinology, se midieron los niveles hormonales en un grupo de 24 personas de ambos sexos que se habían enamorado en los últimos seis meses y se compararon con otros 24 que no tenían pareja o que tenían una relación de hace tiempo. Los resultados señalaron menores niveles de hormona folículo estimulante (FSH) y testosterona en los hombres enamorados, mientras que las mujeres enamoradas tenían niveles más altos que quienes no lo estaban. Se repitieron los estudios entre los 12 y 24 meses, sin que se hallaran entonces diferencias.

Oxitocina: amor para siempre

La oxitocina es la hormona responsable de que la atracción inicial dé paso a un vínculo de amor duradero. Según Gareth Leng, de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido), es la hormona que ayuda a forjar lazos permanentes entre amantes tras la primera oleada de emoción. Está involucrada en muchos aspectos del amor, desde el maternal hasta el hecho de que algunos logren permanecer felices por décadas con la misma pareja o que otros sean incapaces de forjar una relación duradera. Varias investigaciones han descubierto que la hormona, que es producida en grandes cantidades por el cerebro durante el parto, la lactancia y cuando hay actividad sexual, es importante para incitar el comportamiento maternal en los animales.

Las neuronas oxitocinérgicas no solo secretan este péptido al torrente sanguíneo, sino que también lo contienen y liberan en las terminales sinápticas, lo que significaba que, además de funcionar como una hormona, lo hace también como un neurotransmisor. Partiendo del razonamiento de que durante el parto se produce una liberación masiva de oxitocina, Kurt Pedersen, de la Universidad de Carolina del Norte (EE.UU.), propuso que esta hormona, además de en el torrente sanguíneo, pudiera también secretarse dentro del cerebro y se postuló que se podría relacionar con el inicio de la conducta maternal.

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