Los avances en la investigación del Parkinson permitirán disponer de nuevos tratamientos en tres años

En la actualidad se están ensayando 70 fármacos contra esta enfermedad que no tiene cura
Por EROSKI Consumer 20 de abril de 2004

El mal de Parkinson fue identificado por el cirujano y paleontólogo James Parkinson hace ya casi 200 años, pero desde entonces no ha podido determinarse el origen de la enfermedad, que afecta a 90.000 personas en España. El aumento de la esperanza de vida acrecentará estas cifras, porque la patología afecta a una de cada 50 personas mayores de 65 años.

Pese a que no existe cura, los tratamientos son cada día más sofisticados y cuando menos mejoran la calidad de vida del enfermo. Las investigaciones se suceden sin parar y en la actualidad hay ensayos preclínicos con 70 nuevos fármacos. «Sólo con que salgan adelante el 10%-15%, en dos o tres años vamos a disponer de diez nuevos medicamentos», señaló ayer en San Sebastián el neurólogo Gurutz Linazasoro durante una conferencia divulgativa sobre los avances científicos en esta materia.

Linazasoro, director del Centro de Neurología y Neurocirugía Funcional de la Clínica Quirón de la ciudad guipuzcoana, precisó que las investigaciones sobre el Parkinson están condicionadas porque «todavía no sabemos su etiología, lo que limita mucho los tratamientos; si ignoramos la causa, no vamos a poder curarla ni prevenirla». La comunidad científica baraja dos hipótesis sobre la causa de la degeneración neurológica que provoca la pérdida de la dopamina, que es el neurotransmisor que facilita un correcto movimiento de las personas. La predisposición genética y un factor ambiental tóxico, e incluso la interacción entre ambos, son las hipótesis que tienen más fuerza.

Genes implicados

Se han identificado seis genes que pueden provocar la enfermedad de Parkinson, «pero esto ocurre sólo en una inmensa minoría de afectados -en muchos casos personas jóvenes-, no llega al 1% de los casos diagnosticados», indicó el neurólogo. Por ello, considera más factible que la enfermedad sea fruto de «la interacción de una susceptibilidad genética con un factor tóxico ambiental que hoy desconocemos».

También se sospecha de los pesticidas. «Pudiera ser; se ha hablado de la rotenona, que se utiliza en piscifactorías, pero para que originara Parkinson en una persona ésta debería ingerir cantidades industriales, lo que es impensable que pueda ocurrir». Igualmente son sospechosos otros factores como el ingerir agua de pozos y vivir en el medio rural. Por el contrario, misteriosamente el tabaco es un factor de protección frente a esta enfermedad.

Mientras la curación sea inalcanzable, la solución pasa por los tratamientos farmacológicos y, en un plazo difícil de establecer, por el trasplante de células madre embrionarias que podrían transformarse en generadores inagotables de dopamina.

Entretanto, sólo se pueden paliar o aliviar los síntomas y el avance del Parkinson con medicamentos. «Sabemos que en el cerebro falta dopamina, luego, al igual que en los casos de diabéticos a los que se suministra insulina, hay medicamentos que sustituyen ese déficit», apuntó Linazasoro. El reverso de estos tratamientos son sus efectos secundarios y, sobre todo, que al cabo de los años su eficacia se reduce, porque la enfermedad es progresiva. «Ahí radica la importancia de los ensayos que se están haciendo con 70 nuevos medicamentos», subrayó.

Posibilidad de trasplantes

Más allá de los fármacos, el neurólogo donostiarra cree que la solución consistiría en «lograr sustituir las células dopaminérgicas que están fallando», para lo cual se puede recurrir a trasplantes. Sin embargo, el problema es encontrar «fuentes celulares infinitas, que nos permitan disponer de tantas neuronas dopaminérgicas como queramos y en el momento que queramos». Eso sólo lo podrá hacer algún día la medicina regenerativa con las células madre embrionarias.

Cuando se debate sobre células madre siempre se dice que los primeros beneficiarios de su aplicación terapéutica serían los enfermos de Parkinson. Linazasoro comentó que esto se explica porque «cuando se piensa en un trasplante, es más fácil sustituir neuronas sólo dopaminérgicas que neuronas que generan dopamina y otros neurotransmisores. Cuanto más limitado sea el área del cerebro sobre el que intervenir, más posibilidades de éxito hay».

Las células madre son una opción «muy, muy prometedora», aunque habrá que esperar años para que se apliquen «con todas las garantías» en la regeneración de las fuentes neuronales de dopamina, concluyó el neurólogo.

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