Las personas mayores serán más activas, se jubilarán más tarde, tendrán mejor salud y menos discapacidades en el futuro. Esta realidad se producirá en todos los países europeos, según constatan los primeros datos de un informe que estudia y compara la experiencia demográfica en diez Estados miembros, entre los que se encuentra España, y que se enmarca dentro del proyecto AGIR sobre envejecimiento, jubilación y estado de salud, realizado por la Red Europea de Institutos de Investigación sobre Política Aplicada (Enepri).
Este trabajo augura la llegada de una tercera transición demográfica, en la que se producirá un importante incremento de la esperanza de vida a partir de los 65 años, como consecuencia de unos estilos de vida más saludables. Y aumentará el número de personas que alcance edades extremas, pero será excepcional sobrepasar los 110 años.
Para 2050, el número de personas mayores de 60 años supondrá el 33% de la población total, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En los países en desarrollo, el aumento resulta mucho más sorprendente y se espera que para esa fecha haya crecido en un 150% desde la década de los 50. En Europa, según el reciente estudio, la proporción de personas mayores de 65, salvo en Irlanda, se ha doblado desde 1950.
Pero tampoco en todos los países ese envejecimiento se ha producido de la misma manera. Así, este desarrollo ha sido más rápido en los años 60 y 70 en Dinamarca, Alemania, Suecia y Reino Unido, mientras que en España e Italia se produjo sobre todo durante los últimos 25 años. También las personas de más de 80 años han aumentado entre un 30% y un 60%.
«Se debería hablar de prolongación de la vida y no de envejecimiento», señala José Antonio Herce, uno de los expertos del equipo español que participa en el proyecto AGIR y director ejecutivo de la Federación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea). En su opinión, esta tercera transición podrá estar garantizada sin una mayor implicación de las personas por presevar su salud. «Tiene que estar caracterizada por una mayor responsabilidad individual -apunta Herce- porque hasta ahora (aunque cada vez menos) la gente sigue dependiendo del médico, el hospital, el fármaco, y no se encarga de su prevención».
Calidad de vida
El desafío es asegurar que esa prolongación de la vida se da libre de enfermedades y, en este sentido, el estudio ha analizado la calidad de vida de aquellas personas que viven más y, a pesar de la dificultad que entraña comparar estos datos entre países, se ha detectado una tendencia general: los ancianos viven cada vez con mejor salud y sin discapacidades.
En el caso de España, se espera que el porcentaje de personas de 65 años o más alcance el 26,8% de la población en 2010, sólo superados por Alemania, Grecia y Suecia, según los datos comunitarios. «España comparte una serie de patrones con sus vecinos. La reducción de la mortalidad infantil y el aumento de las personas que viven a partir de los 45 han sido muy importantes. España es, junto con Francia y Japón, uno de los países con mayor esperanza de vida», indica Herce.
Las próximas generaciones de europeos alcanzarán sin demasiados problemas los 90 años de edad. Las proyecciones del estudio indican que para 2050 se podrá vivir hasta 25 años más a partir de los 65. En 1950 sólo podíamos hablar de once años a partir de los 65, en 2000 subió a 18 años, y a partir de ahora nos situamos en 25, puntualiza Herce.
Ciclos vitales
El estudio de Enepri constata que esta tercera transición demográfica viene caracterizada por una reorganización de los ciclos vitales: los estudios se terminan más tarde, las personas forman familias a una edad posterior… «La gente es consciente de que cada vez vive más -afirma Herce-, por ello organiza su vida de otra manera y las decisiones vitales se dilatan». El siguiente paso que los expertos vaticinan es una salida más tardía del mercado laboral. Los europeos acabarán jubilándose a los 70 ó 75 años.
No obstante, ésta es una de las mayores contradicciones que se señalan en el estudio: mientras en todas las facetas de la vida las personas han ido retrasando sus decisiones acorde a una mayor esperanza de vida, todos los países apuestan hoy por una salida del mercado laboral más temprana y eso resulta incompatible, precisa el director ejecutivo de Fedea. El texto alerta sobre ello y asegura que si los gobiernos no toman decisiones políticas o económicas en consonancia con esta nueva situación, la presión sobre las finanzas públicas y los sistemas de seguridad social serán insostenibles.