Los operados de cataratas podrán recuperar la visión total tras la cirugía láser gracias a un nuevo método

Un oftalmólogo de San Sebastián halla la fórmula que evita que queden hipermétropes con entre 2 y 5 dioptrías
Por EROSKI Consumer 17 de febrero de 2004

La cirugía refractiva corneal, aquella que corrige defectos del ojo como miopía, astigmatismo e hipermetropía, comenzó a desarrollarse hacia 1990, pero no fue hasta cinco años después cuando se generalizó su uso. Hoy en día, esta técnica supone un procedimiento habitual al que recurre un sector creciente de población entre 20 y 45 años. Se calcula que en España se operan mediante Lasik más de 200.000 ojos al año. A lo largo de la próxima década, cerca del 4% de la población utilizará esta técnica, la más extendida actualmente por su seguridad y eficacia.

Dada su reciente implantación, hasta ahora no era significativo el número de pacientes operados de cataratas intervenidos previamente con Lasik. Más aún teniendo en cuenta que la cirugía de catarata se practica generalmente en personas por encima de los 60 años. Pero las cosas tienen visos de empezar a cambiar. «Si hoy en día atendemos al año un par de casos de cataratas tras una cirugía refractiva, dentro de quince, vamos a operar dos a la semana, lo que representa ya un volumen importante», explica el oftalmólogo de San Sebastián Jaime Aramberri, quien ha ideado un nuevo sistema que devuelve la visión total a los operados de cataratas tras la cirugía láser.

Hasta ahora, todo aquél que recurría al Lasik y se sometía posteriormente a una cirugía de cataratas encontraba ciertos problemas que le impedían recuperar totalmente la visión, «aunque eso es algo que ya está zanjado. Estamos igualando los resultados refractivos de la cirugía de la catarata a la de los pacientes no operados previamente de Lasik», dice el oftalmólogo.

Fórmulas matemáticas

Más de la mitad de las personas mayores de 60 años sufre de cataratas. En estos casos, lo que ocurre es que el cristalino, la lente natural del ojo, se ha opacificado, ha perdido transparencia. Por eso se interviene. Hace falta eliminar esa sustancia opaca e introducir una lente intraocular de modo que se pueda seguir manteniendo la imagen enfocada correctamente en la retina.

¿Cómo se realiza? Se utilizan para ello fórmulas matemáticas cada vez más precisas. Así, «a un ojo normal hoy en día le puedo garantizar que va a quedar en +/- 1 dioptría de graduación final en un 98% de los casos, algo sobre todo muy atractivo para quienes parten de una graduación previa. Es decir, si una persona tiene cataratas y miopía, esta operación no sólo elimina las cataratas, sino también las dioptrías, por lo que el resultado siempre es muy espectacular», subraya Aramberri.

No obstante, hay ciertos casos donde el cálculo de la potencia de esa lente es más complicado. Uno de ellos había sido hasta ahora el ojo operado previamente mediante láser. En estos casos, el individuo se encuentra con la sorpresa de que mientras la cirugía de la catarata restablecía la visión prácticamente al 100% de pacientes, a él no. Quedaba hipermétrope, entre 2 y 5 dioptrías.

Para calcular la potencia de esa lente intraocular se realiza una ecografía del ojo con la que se obtiene la longitud axial, desde la córnea hasta la retina. Se practica, asimismo, una queratometría, que permite calcular la potencia de la córnea, lo que los oftalmólogos llaman valor K. En definitiva, se obtienen dos medidas que una vez introducidas en un software ofrecen detallada información de la lente que necesita el paciente.

La córnea, en realidad, es como un espejo. Por eso, a partir de su grado de curvatura se aplica una fórmula de óptica de espejos convexos, que transforma los milímetros en dioptrías. Sin embargo, «lo que ocurre con los ojos operados de Lasik -dice Aramberri- es que se aplana la cara anterior de la córnea, con lo que se rompe una de las asunciones básicas de esa fórmula que convertía los milímetros de radio de curvatura en dioptrías». En estos casos, los aparatos que medían la potencia de la córnea se equivocaban.

Sistema de dos lentes

Este hándicap era conocido desde hace diez años. Ante él, cada profesional aplicaba su propia técnica partiendo de distintas fórmulas compensatorias. «No tenía sentido -subraya Aramberri- que cada uno aplicara su propio sistema, hasta que hace cuatro años ví donde estaba el fallo, y la verdad es que fue por casualidad».

El oftalmólogo donostiarra parte de la base de que el ojo es un sistema de dos lentes -córnea y cristalino- en el que hace falta conocer la distancia entre ambas. En realidad, todas las fórmulas existentes se diferencian en cómo estiman esa separación entre la lente intraocular -sustituta del cristalino- y la córnea. Aramberri explica que «lo que ocurre es que tras la cirugía refractiva se modifica la potencia de esa córnea. Es decir, el paciente tiene hoy, por ejemplo, 35 dioptrías porque en su día le quitaron diez para operar su miopía».

Pese a ello, el sistema de cálculo aplicado hasta ahora por oftalmólogos tomaba como referencia el valor modificado de la córnea tras el Lasik y no su original, de ahí que siempre diera como resultado una lente de potencia más baja. «Ahí está la clave. Te opero de la córnea y te la aplano, pero no cambio por ello el tamaño del segmento anterior de tu ojo. La fórmula se equivocaba porque nos encontramos una córnea anormalmente plana, pero que no guardaba relación con el tamaño de la parte anterior del ojo. En realidad, la clave está en tener en cuenta la potencia que tenía la córnea antes de la operación de láser», concluye Aramberri.

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