Oftalmólogos dan una serie de consejos para mantener unos ojos sanos en verano

Las radiaciones solares, la arena, el viento, el cloro y la sal pueden ocasionar lesiones en estos órganos
Por EROSKI Consumer 26 de julio de 2003

Las temperaturas elevadas, los vientos fuertes, el abundante sol y los agentes extraños como el cloro, la sal marina y la arena, amenazan cada temporada estival la salud de los ojos de los veraneantes, afirman los oftalmólogos. En muchas regiones españolas de costa, el aumento de la luminosidad y las radiaciones ultravioleta hacen más comunes afecciones que pueden alterar el estado de salud de la conjuntiva -causando conjuntivitis-, la córnea, el cristalino -puede alterar su transparencia y derivar en cataratas- y la retina -muy fotosensible y en la que las quemaduras pueden ser irreversibles y dañar definitivamente la visión-.

Para evitar cualquiera de estas lesiones es imprescindible, según Ángel Hernández Lozano, del Instituto Oftalmológico de Murcia, proteger los ojos de los rayos solares con gorras y gafas de sol con protección ultravioleta. «No todas las gafas tienen protección ultravioleta y para ello es necesario consultar con un óptico u oftalmólogo que le aconseje sobre el grado de protección adecuado y sobre las características de las lentes», apunta el experto.

Otras de las principales amenazas para la visión del ser humano en estas fechas son el cloro de las piscinas y la sal del mar. Estos agentes irritan los ojos y para evitar su efecto nocivo es aconsejable no abrirlos bajo el agua y si se hace, emplear gafas de bucear, que en muchos casos se pueden personalizar con la graduación óptica necesaria. «El mayor peligro cuando se irritan los ojos a causa del cloro y la sal es que se froten y se pueda producir una infección o una erosión de la córnea, lo que causaría un serio problema», especifica el especialista, que asegura que la capacidad de regeneración del epitelio hace que la irritación remita transcurrido un tiempo prudencial.

Para reducir el enrojecimiento de una forma más rápida, «se pueden utilizar colirios humectantes, más conocidos como lágrimas artificiales», pero que no contengan conservantes o vasoconstrictores, pues pueden producir un efecto rebote. Asimismo, en caso de padecer algún tipo de infección en el ojo es imprescindible no automedicarse, sino consultar a un especialista; y, por supuesto, no bañarse en piscinas para evitar contagiar la infección al resto de usuarios de las instalaciones.

Un factor de riesgo añadido es al que se enfrentan los usuarios de lentes de contacto o lentillas, pero reducir este peligro al mínimo es sencillo. «Retirar del ojo las lentes de contacto antes de meterse en el agua. Las lentillas, si son blandas, son ávidas de agua y, como absorben líquidos, pueden también contaminarse con bacterias y hongos que pueden ocasionar infecciones, o suciedades que pueden erosionar la córnea». Otros consejos beneficiosos para la buena conservación de las lentes y el perfecto estado del ojo son evitar que las lentillas permanezcan en los botes de conservación en un lugar donde la temperatura sea excesiva, así como reducir el número de horas de uso para evitar que el ojo se reseque en exceso por el viento o el aire acondicionado y se produzcan lesiones.

Del mismo modo, el oftalmólogo Ángel Hernández Lozano desaconseja el uso cotidiano de las lentillas estéticas -de colores- porque son menos permeables que las otras y dificultan la llegada de oxigeno a la córnea, ya que su oxigenación se produce directamente a través del aire.

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