Embolia grasa por fractura

El 90% de las embolias grasas son secundarias a fracturas de fémur y tibia y se presentan con mayor prevalencia en pacientes jóvenes y de sexo masculino
Por Montse Arboix 16 de agosto de 2007

Cualquier persona que haya sufrido una fractura de huesos largos o pelvis, fracturas múltiples o intervención de huesos largos con afectación de la médula ósea puede presentar lo que se conoce como síndrome de embolia grasa. Además de ser una complicación grave e, incluso, mortal, puede afectar a cualquier edad, aún con buen estado de salud previo. Y, aunque no es frecuente en ausencia de fractura, hay casos relacionados con pancreatitis aguda, diabetes, tratamiento prolongado con esteroides, osteomielitis e, incluso, liposucción.

El síndrome de embolia grasa (SEG) puede ser secundaria a múltiples causas como tratamiento prolongado con fármacos esteroides, quemaduras, pancreatitis agudas e, incluso, liposucciones. Sin embargo, la incidencia aumenta en el caso que medie una afectación del hueso y de su médula ósea, sobre todo fracturas diafisarias (parte central en cuyo interior se encuentra la médula ósea) de huesos largos o pelvis: traumatismos, cirugía a corazón abierto, artroplastias de rodilla o cadera y transplante de médula ósea.

Los datos señalan que el 90% de las embolias grasas son secundarias a fracturas de fémur y tibia, con mayor prevalencia en pacientes jóvenes y de sexo masculino, con una mortalidad asociada a este grupo de población que alcanza hasta un 10%. No obstante, aunque la incidencia no se conoce con exactitud, los expertos señalan que personas de entre 20 y 40 años implicados en accidentes de tráfico con traumatismos graves y ancianos con fractura de pelvis son los que tienen más posibilidades de presentar SEG.

Causas del síndrome

Existen dos teorías sobre el origen del SEG. La primera, la teoría mecánica, culpa al aumento de la presión intramedular tras una lesión o manipulación quirúrgica ósea, que provoca que los glóbulos grasos de la médula entren en el torrente sanguíneo. Estos fragmentos grasos están envueltos por agregados plaquetarios que forman microtrombos y se desplazan hasta diversos órganos como el pulmón y el cerebro.

Los que tienen más posibilidades de presentar SEG son personas implicadas en accidentes con traumatismos graves y ancianos con fractura de pelvis

La segunda teoría, la bioquímica, explica que las modificaciones hormonales secundarias a un traumatismo o a una sepsis (infección generalizada) inician una liberación de ácidos grasos libres hacia el torrente sanguíneo en forma de quilomicrones (forma de lipoproteínas). Estos quilomicrones quedan adheridos en la pared de los vasos pulmonares que provoca una lesión en el tejido iniciando una cascada de eventos con disminución de la oxigenación, incremento de la presión cardiaca y alteraciones súbitas del estado mental.

De la prevención al síntoma

Para proteger a un paciente frente al SEG, los profesionales sanitarios adoptarán medidas como inmovilizar y estabilizar la zona de la fractura para prevenir la liberación de grasa al torrente sanguíneo, ayudar al paciente a movilizar secreciones y a respirar profundamente para mejorar la función pulmonar, administrando, si es necesario, oxigenoterapia. Para optimizar la perfusión renal y prevenir la movilización de glóbulos de grasa, se administrará sueroterapia a fin de aumentar el volumen de orina y mantener una presión arterial óptima.

Pese a que los síntomas suelen ser leves, en muchas ocasiones el SEG se presenta como un cuadro grave con alteración de la función respiratoria y fallo multiorgánico. En el inicio del SEG, existe un periodo silente que puede durar entre 24 y 72 horas con síntomas poco específicos. El paciente puede presentar taquicardia, frecuencia respiratoria elevada e hipoxia (disminución de oxígeno), petequias (manchas pequeñas de sangre, producidas por hemorragias capilares bajo la piel) en cuello, hombros, tórax y abdomen debido a alteraciones en la coagulación y aumento súbito de la temperatura corporal.

Si los glóbulos de grasa se detienen en el sistema vascular de otros órganos puede acabar presentando insuficiencia renal, alteraciones de la conducta como apatía o confusión, convulsiones hasta pérdida de conciencia. También es común la presencia de petequia por oclusión y fragilidad de los capilares dérmicos. El conjunto de síntomas generados por la alteración de los diferentes órganos conforma el SEG, y se caracteriza por una triada que consiste en insuficiencia respiratoria (96%), compromiso neurológico (59%) y rash petequial (33%). Los datos apuntan que en un 1% de los casos se presenta de forma fulminante, con parada cardiorrespiratoria.

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ImgImagen: Carolina Murga Portella

Desde el punto de vista etiológico, y aunque no es frecuente, la embolia grasa también puede ser secundaria a algunos tipos de cirugía estética, como la liposucción. Pese a ser una técnica segura, siempre y cuando el paciente esté bien seleccionado, se realice por un cirujano plástico cualificado y bajo unas medidas quirúrgicas adecuadas, el riesgo de embolia grasa aumenta proporcionalmente con el área a tratar. Infección, formación de coágulos de sangre o coágulos de grasa, la pérdida excesiva de fluidos y los daños en la piel, nervios u órganos vitales son otras de las complicaciones que pueden presentarse.

Como se desprende del último informe de la Asociación Americana de Cirugía Plástica y Reparadora (ASAPS, en sus siglas inglesas), una de cada 5.000 liposucciones practicadas en EEUU acaba con la muerte del paciente, debido a que es una intervención que cada vez se realiza de forma más precaria y por gente menos preparada. Para evitar tales consecuencias, la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética, que reúne a más de 900 cirujanos plásticos españoles y que recientemente ha celebrado su congreso anual en Valencia, advierte sobre las consecuencias de las intervenciones quirúrgicas decididas bajo la presión de la publicidad y sin conocer en profundidad sus consecuencias.

Por este motivo, los expertos recomiendan a aquellas personas que estén pensando en hacerse alguna intervención de cirugía estética se cercioren de que el profesional que las va a tratar posee el título del Estado Español de la Especialidad.

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