Recomiendan tratar el glaucoma cuando haya una probabilidad moderada o alta de padecerlo

Los nuevos tratamientos contra esta enfermedad de la vista están dando resultados esperanzadores
Por EROSKI Consumer 4 de enero de 2003

El glaucoma es una de esas enfermedades que avanza lentamente y sólo se hace notar cuando sus efectos son irreversibles. Cuando el glaucoma se hace evidente, el nervio óptico empieza a dañarse y la pérdida de visión es irrecuperable. De ahí, el llamamiento que hacen todos los oftalmólogos sobre la importancia de diagnosticar precozmente una enfermedad que no tiene tratamiento curativo, pero que se puede evitar su progresión. Todos los oftalmólogos creen en la detección precoz como única fórmula para conservar la visión. Sin embargo, en lo que aún no existe consenso es en cómo actuar cuando se descubre un paciente de riesgo.

La Academia Americana de Oftalmología acaba de lanzar una recomendación en ese sentido: empezar a tratar el problema cuando los pacientes con hipertensión ocular tengan una probabilidad moderada o alta de padecer glaucoma. Según este organismo, las terapias farmacológicas, en forma de gotas, pueden evitar o retrasar la aparición del glaucoma si se aplican antes de que sea evidente. Un estudio de la Universidad de Lund, en Suecia, también abunda en el consejo de la institución norteamericana. Según esta investigación, aplicar tratamientos que reducen la presión interna del ojo pueden detener el daño del glaucoma y, por tanto, la pérdida de visión si se aplican precozmente.

Estos fármacos también se ofrecen a la mayoría de los enfermos de glaucoma en España porque la cirugía de esta patología se ha asociado tradicionalmente a un riesgo real. Pero su aplicación compleja -a veces es necesario utilizar hasta tres tipos de gotas distintas y a diferentes horas- hacen que el paciente se olvide de ellas o rechace conscientemente un tratamiento al que debe permanecer unido de por vida.

Uno de los primeros pasos que debe dar el enfermo de glaucoma es aceptar la enfermedad. Aunque en la mayoría de los casos resulta difícil: «El paciente no nota nada y, sin embargo, el médico le está diciendo que si no utiliza esas gotas de por vida se quedará ciego. Es muy difícil que alguien entienda que debe seguir un tratamiento durante toda su vida para no tener ninguna mejoría», comenta José Manuel Díaz, jefe del Servicio de Oftalmología del Hospital General Universitario de Valencia.

La dependencia de las gotas reduce la calidad de vida de los enfermos y, en el peor de los casos, complica su pronóstico. Muchos glaucomas continúan evolucionando hasta una fase terminal por un incumplimiento total o parcial del tratamiento. Otros enfermos sufren complicaciones respiratorias y cardiacas por la medicación, por lo que las nuevas técnicas quirúrgicas que tratan el glaucoma sin abrir el globo ocular son una opción añadida.

La esclerectomía profunda es una de las cirugías menos agresivas con la que se están consiguiendo mejores resultados. Reduce las complicaciones durante y después de la operación: «El paciente puede moverse tras la intervención y no necesita permanecer con los ojos vendados», explica el doctor Alfredo Mannelli, director de la Unidad de Glaucoma del Instituto de Microcirugía Ocular (IMO) de Barcelona. Aunque no es la única opción. Se han diseñado válvulas de drenaje, existen tratamientos con láser y técnicas que coagulan la estructura que produce el humor acuoso -líquido trasparente del ojo- en exceso. «Cada una de ellas se aplica en función de cada paciente, porque el tratamiento del glaucoma debe ser como un traje a la medida del enfermo», asegura.

El otro lado de la moneda es que la cirugía en este trastorno ocular es todavía complicada, pese a los avances experimentados. Ninguna intervención tiene un cien por cien de éxito en Oftalmología, pero esta tasa es casi una quimera en el glaucoma. Este trastorno, que acaba dañando el nervio óptico, tiene un tratamiento quirúrgico difícil.

El objetivo de la cirugía es conseguir que el ojo afectado drene el humor acuoso con normalidad para evitar que la presión intraocular aumente. «Pero el ojo siempre hará lo posible por deshacer lo que hace el cirujano», afirma Mannelli. «Cualquier apertura que se quiera crear en el tejido estimula una reacción que consigue cerrarla, por lo que los procesos de cicatrización se convierten en los grandes enemigos del paciente», concluye.

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