Un análisis de sangre y una ecografía bastan para detectar a tiempo el 90% de las anomalías fetales, según ginecólogos españoles

Estas dos sencillas pruebas evitarían tener que someterse a la amniocentesis, que provoca la muerte del feto en casi el 1% de las ocasiones
Por EROSKI Consumer 28 de septiembre de 2004

Más de la mitad de los bebés con anomalías congénitas son hijos de madres menores de 35 años, lo que significa que no tienen derecho a la prueba de la amniocentesis que garantiza el sistema público de salud. La experiencia demuestra que un simple análisis de sangre y una ecografía a tiempo bastarían para detectar casi el 90% de las alteraciones cromosómicas. Pero son muy pocos los centros públicos que ofrecen a las mujeres gestantes la posibilidad de someterse a lo que se llama el cribado del primer trimestre de embarazo. Los ginecólogos quieren que los servicios de salud incluyan entre sus prestaciones esta práctica porque, según dicen, es «eficaz, barata, carece de todo riesgo para la criatura» y, además, reduce a un 5% la necesidad de practicar la amniocentesis.

El ginecólogo José Gurrea acaba de elaborar un informe para evaluar la experiencia con las mil primeras pacientes que han acudido a su centro para realizar la prueba. La ecografía y el análisis de sangre evitaron a 950 embarazadas tener que someterse a la amniocentesis, que provoca la muerte del feto en casi el 1% de las ocasiones. El equipo de Gurrea diagnosticó las seis malformaciones congénitas que realmente había entre las cincuenta mujeres que tuvieron que someterse a la amniocentesis. Las 950 criaturas restantes nacieron sanas.

Carácter orientativo

El diagnóstico prenatal para la detección de anomalías fetales es una prueba que tiene carácter orientativo. Permite saber a los especialistas que existe el riesgo de que el embrión presente una alteración en alguno de sus cromosomas. «Es un examen barato, sencillo y enormemente eficaz, que sólo requiere orden por parte del equipo que lo lleva a cabo», recalcan el ginecólogo Eduardo López Arregui y el analista Gabriel Martínez-Compadre.

En cambio, un alto cargo de Asistencia Especializada de la Sanidad pública, José María Ladrón de Guevara, entiende que el cribado del primer trimestre, que no se realiza habitualmente, es una práctica cuya efectividad «no está comprobada». Admite, no obstante, que «los resultados preliminares apuntan a que puede ser muy buena».

A su juicio, hacer estas pruebas en los tres primeros meses de embarazo «no añade ventajas». «Nosotros efectuamos tres ecografías: en la semana 12, en la 20 y en la 30 ó la 31. Asimismo, en ocasiones también practicamos la amniocentesis o determinaciones de algunas proteínas». Ladrón de Guevara, que defiende la eficacia de este protocolo, precisa que, «en un 80% de los casos», la ecografía de la semana 12 «puede advertir las alteraciones cromosomáticas que se confirman en la 20».

Un especialista chipriota, que trabaja en el King’s College Hospital de Londres, Kipros Nikolaides, fue quien introdujo en 1999 el cribado del primer trimestre. La prueba consiste en un análisis de sangre y una ecografía. La extracción se hace para evaluar la presencia en el suero materno de dos proteínas producidas por la placenta, relacionadas con las cromosomopatías. Son la PAPP-A y la ßHCG. Cuando se ven menos moléculas de la primera, las posibilidades de haber engendrado el síndrome de Down son mayores. Con la ßHCG ocurre al revés: a mayor presencia, mayor probabilidad.

La ecografía, por su parte, sirve para calcular lo que los médicos llaman traslucencia nucal. A partir de la semana nueve de gestación, comienza a acumularse en la nuca del feto un líquido fisiológico que puede medirse mediante técnicas de exploración con imágenes. Nikolaides demostró que el riesgo de anomalías cromosómicas crece cuanto mayor es la traslucencia nucal; es decir, cuanto más grande es el espacio entre el cuello y la piel. La medición debe realizarse en la semana 11 de embarazo.

Selección previa

El análisis de sangre, la ecografía y la edad de la madre dan a los ginecólogos herramientas suficientes para evaluar la probabilidad de riesgo. La selección previa permite a casi el 90% de mujeres conocer el estado de salud del bebé sin someterse a una amniocentesis «y sin riesgo alguno para el feto», según el ginecólogo José Sabria, introductor de la técnica en España y jefe del servicio de Obstetricia y Ginecología del Hospital Josep Trueta (Gerona).

La Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) aconseja que las embarazadas se sometan, al menos, a las tres ecografías de rigor. Los expertos debaten si en adelante será mejor recomendar el cribado del primer trimestre o el del segundo. El presidente de la SEGO, José Bajo Arenas, apuesta por el del primer trimestre, «ya que ofrece más garantías».

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