Un estudio establece que hasta 97 genes ven afectado su funcionamiento a causa del tabaco

Algunas de estos daños permanecen incluso treinta años después de abandonar el consumo
Por EROSKI Consumer 26 de junio de 2004

Entre los fumadores y quienes no consumen cigarrillos habitualmente hay una diferencia que se refleja nítidamente en las encuestas epidemiológicas: las personas que inhalan el humo del tabaco y sus componentes tóxicos presentan un riesgo mucho más elevado de sufrir cáncer de pulmón. De hecho, el 90% de todos los tumores de pulmón es atribuible a ese pernicioso hábito.

Para sacar a la luz diferencias que son invisibles al ojo humano entre fumadores y no fumadores, precisamente aquellas que delimitan la frontera entre la salud y la enfermedad, un grupo de científicos de la Universidad de Boston ha descendido a nivel genético, examinando las células de los tejidos pulmonares. El profesor Avrum Spira y sus colaboradores analizaron la actividad genética de las células epiteliales del tubo bronquial que pudieron ser aisladas de 34 fumadores, 23 personas que nunca habían probado el tabaco y 18 ex fumadores.

Lo que el profesor Spira pretendía averiguar era si el hábito del tabaco produce alteraciones en la actividad normal de los genes de las células pulmonares. En el núcleo de toda célula humana somática hay alrededor de 30.000 genes, aunque no todos desempeñan funciones. Los genes que están activados en cada célula varían según el órgano o tejido. Por ejemplo, en las células del hígado, los hepatocitos, sólo un grupo concreto de esos 30.000 genes, están activados, mientras que el resto permanece en silencio. Otro tanto ocurre en las células de los pulmones, el principal órgano dañado por el consumo de los cigarrillos.

Alteraciones genéticas

Para hallar posibles alteraciones genéticas producidas por el tabaco, los científicos de Boston aislaron células de los bronquios de esos voluntarios y luego estudiaron comparativamente el comportamiento de sus genes. Ese tipo de análisis es posible con los llamados «chips de ADN», pequeñas placas de silicio que en los laboratorios permiten estudiar de forma simultánea la actividad de miles de genes presentes en una muestra biológica. En este caso, los científicos comprobaron que en las células epiteliales de los bronquios expuestas al humo del tabaco hay 7.119 genes que expresan proteínas en cantidades detectables con «chips de ADN».

Los resultados de estas pesquisas resultaron reveladores de los daños específicos del tabaco a nivel genético en esas células de las vías respiratorias, que desempeñan importantes funciones antioxidantes, metabólicas y defensivas. En el estudio de este equipo, publicado esta semana en Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, Spira y sus colaboradores afirman que el consumo de tabaco origina un mal funcionamiento de hasta 97 genes, daño que en algunos casos puede ser de por vida porque no desaparece incluso treinta años después de abandonar el tabaco. Esos genes que funcionan de forma anómala en los fumadores desempeñan funciones relevantes en la detoxificación celular, el control de las inflamaciones en las vías respiratorias o la regulación del ciclo de división de las células. Estos últimos son los genes que por sobreactivación (oncogenes) o inactivación (supresores de tumores) están implicados en la aparición del cáncer. Los resultados de esta investigación aportan así la prueba directa de la relación causa-efecto del consumo de cigarrillos y el cáncer de pulmón.

Cáncer de pulmón

Como cabía esperar, las alteraciones genéticas son más acusadas en los fumadores más veteranos. Sin embargo, no se aprecia ninguna diferencia en función de la edad o sexo de los individuos participantes de este estudio.

Cuando se analizaron las células bronquiales de 18 ex fumadores se comprobó que, al cabo de dos años sin consumir cigarrillos, muchos de los genes afectados habían recuperado su actividad normal, que resulta clave para los procesos metabólicos y antioxidantes que tienen lugar en las vías respiratorias. Sin embargo, los genes supresores de tumores permanecen dañados para siempre en las células de los conductos bronquiales. Esta observación biológica es importante porque explicaría por qué personas que llevan décadas sin fumar retienen un riesgo alto de cáncer de pulmón.

«Esta fotografía de la expresión genética en los pulmones de fumadores, ex fumadores y no fumadores es sencillamente fascinante», afirma el patólogo Brad Rodu, de la Universidad de Alabama. En declaraciones a «Science», este científico añadió que los resultados de este estudio proporcionan una «hoja de ruta» para realizar nuevas investigaciones sobre el cáncer de pulmón y su maligna asociación con el tabaco. Hasta ahora, este tipo de exámenes genéticos tan minuciosos habían sido escasos y se habían realizado fundamentalmente con ratones expuestos al humo de cigarrillos en condiciones de laboratorio. Spira y sus colaboradores obtuvieron muestras celulares de decenas de individuos atendidos en un centro médico de Boston entre noviembre de 2001 y junio de 2003.

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