Chiles picantes y curativos

Expertos australianos han desentrañado algunas virtudes curativas del chile, como la disminución del riesgo de diabetes entre la población obesa
Por Jordi Montaner 1 de agosto de 2006

Aderezar las comidas con chiles picantes, por costumbre, puede beneficiar la salud. Su sabor tan fuerte, su aspecto harto indigesto, enmascaran sin embargo distintas propiedades antiinflamatorias y antidiabéticas que los científicos empiezan a tomar muy en serio. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Tasmania asegura que un consumo regular de chiles, formando parte de una dieta equilibrada, mejora el control posprandial de la insulina y disminuye el riesgo de diabetes entre la población obesa.

La palabra chile no guarda ninguna relación con el país suramericano más austral del continente, sino que designa a un conjunto de frutos de la familia de las solanáceas y del género Capsicum. Fue Cristóbal Colón el primero en identificar esta verdura de los nativos nahuatl, que confundió con pimientos. Creyendo haber conquistado una parte muy oriental de Asia (en vez del continente americano), el propio Colón describió los chiles como un integrante más en la ruta de las especias. Fue en realidad un médico que viajaba con el almirante en su segunda expedición a las Indias, Diego Álvarez Chanca, el primero en llevar chiles a España y describir sus cualidades y usos medicinales 1494.

Los chiles, al igual que el tabaco, se hicieron populares entre las tripulaciones que exploraron un imperio «en el que jamás se ponía el sol», y se dispersaron con rapidez de Mesoamérica a las Filipinas, India y China. Los chiles más extendidos fueron, y son todavía, los correspondiente a la especie Capsicum annuum y sus múltiples subespecies, que abarcan picantes tales como la paprika o los jalapeños, así como Capsicum frutescens, cuyos representantes más célebres son el tabasco y la cayena.

El diablo de Tasmania

El chile disminuye el contenido graso y energético de la dieta en el momento de la digestión
Los chiles acabaron popularizándose en las dietas de todo el mundo, reconocidos por su carácter «endiabladamente» picante, que adereza, caracteriza o disimula distintas presentaciones culinarias. En Australia, sin embargo, los científicos han emulado al médico de Colón y han desentrañado algunas de las sorprendentes virtudes curativas de tan famoso aderezo. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Tasmania asegura que un consumo regular de chiles, formando parte de una dieta equilibrada, mejora el control posprandial de la insulina y disminuye el riesgo de diabetes entre la población obesa.

Kiran Ahuja, primer firmante del estudio que acaba de ser publicado en American Journal of Clinical Nutrition, asegura que los chiles son muy ricos en antioxidantes y que con anterioridad se han descrito propiedades analgésicas y antiinflamatorias vinculadas a su consumo, así como una inhibición del desarrollo de células cancerosas en páncreas. «Lo nuevo es que los chiles disminuyen el contenido graso y energético de la dieta en el acto mismo de la digestión, además de mejorar el control de la insulina en un 60%».

Ahuja y su grupo de expertos reclutaron 14 hombres y 22 mujeres en un estudio de intervención cruzado y aleatorizado. Todos los individuos pasaron antes por una fase de cuatro semanas con dieta blanda, seguida de cuatro semanas más bien con chile o sin chile (sólo dieta blanda). Para dilucidar el papel del principio activo mejor conocido de los chiles, la capsaicina, los expertos determinaron que el contenido medio de capsaicina fue de 33 mg por cada 30 g de chile. No obstante, recordaron que los chiles son también una fuente importante de luteína, vitamina C y carotenos.

Los investigadores monitorizaron los niveles de glucosa en sangre, insulina y péptido C en todos los reclutados, descubriendo que en el grupo al que se había añadido chile los niveles de glucosa aumentaron menos que en los que siguieron una dieta blanda sin más. Los niveles de péptido C y de insulina experimentaron una moderación aparejada que los autores atribuyeron a un mayor aclaramiento hepático de la insulina, por lo que concluyeron que el consumo de chiles en la dieta es un consejo primordial en individuos con hiperinsulinemia.

Ocurre, sin embargo, que este hallazgo merece una confirmación más generalizada en estudios de gran tamaño, por cuanto si bien es cierto que el consumo de chiles está abriendo las puertas a importantes beneficios de salud, no lo es menos que en países como Méjico o India, en los que el consumo de estos picantes está muy extendido, se les ha atribuido un riesgo nada despreciable de cáncer de estómago.

Valor nutritivo

Los chiles son una fuente rica en vitamina C y provitamina A. Su contenido en vitamina B6, potasio, magnesio y hierro también es importante; pero, además, tienen la propiedad de permitir la absorción de hierro no hemático incluido en granos y legumbres por el simple hecho de mezclar chiles en su condimentación. Con todo, el principio activo de los chiles que más interesa a los investigadores de salud es la capsaicina, responsable del sabor picante, caliente, de estos frutos. Los pimientos patrios también presentan cantidades moderadas de capsaicina; en especial los del Padrón (los que «pican», más que los que «non»).

CAPSAICINA

Img pimientoLa capsaicina se ha descrito en farmacología como un vanilloide natural que controla la inflamación neurogénica y disminuye los neuropéptidos en la sinapsis neuronal. El principal efecto resultante es la disminución del dolor. M.A. Vidal y sus colaboradores publicaron hace dos años en la Revista de la Sociedad Española de Dolor, en 2004, un trabajo en el que se demuestra que la aplicación tópica de capsaicina al 0,075% resulta eficaz en el tratamiento del dolor disestésico, constituyendo una alternativa terapéutica cuyo mecanismo de acción se basa en la estimulación selectiva de las neuronas de las fibras amielínicas C, provocando la liberación de sustancia P y posiblemente de otros neurotransmisores. El estudio detectó asimismo una depleción de sustancia P, responsable de una alteración de la transmisión del dolor a los sistemas centrales, produciéndose de este modo un fenómeno de desensibilización.

El dolor neuropático es uno de los síndromes dolorosos más complejos y de más difícil tratamiento. Su causa es una lesión neurológica (periférica y/o central) en una parte del sistema de transmisión nerviosa del dolor. Se han utilizado diversos fármacos analgésicos para mitigar tan insidiosa molestia, pero ninguno ha resultado suficientemente efectivo y los efectos secundarios han impedido a menudo su continuación. Puede darse en distintas situaciones, todas ellas más frecuentes en pacientes añosos. Los autores de este estudio especulan con la bondad de un tratamiento de capsaicina tópica en distintos casos de dolor neuropático: neuralgia postherpética, neuropatía diabética, dolor neuropático asociado al SIDA, neuralgia del trigémino, síndrome doloroso postmastectomía y dolor complejo regional.

No obstante, a pesar de que algunos estudios demuestran una mayor efectividad de la capsaicina frente a placebo, son pocos los pacientes que refieran una respuesta importante cuando se utiliza como única terapia del dolor neuropático. «Por ahora, la principal indicación del uso de la capsaicina tópica es la de coadyuvante de los antidepresivos y anticonvulsivantes en el tratamiento de los diversos cuadros de dolor neuropático, ya que como terapia única parece ser insuficiente; pero es una opción a tener en cuenta en los pacientes añosos afectos de dolor neuropático, con lo que disminuiremos la incidencia de efectos secundarios sistémicos y de interacciones medicamentosas».

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