La Organización para las Naciones Unidas (ONU) ha declarado 2003 Año Internacional del Agua Potable. En un acto celebrado en Nueva York, la vicesecretaria general de la ONU, Louise Frechette, presentó este Año Internacional con el que se pretende concienciar sobre la importancia que tiene este bien.
Según datos de la organización internacional, 1.200 millones de personas no poseen agua potable y 2.400 millones carecen de alcantarillados e infraestructuras para el tratamiento del agua. Esas carencias provocan la muerte diaria de 6.000 niños, que fallecen por enfermedades relacionadas con consumir agua sin las necesarias condiciones de salubridad. Además, se estima que un 80% de todas las enfermedades que se registran en el mundo en desarrollo están provocadas por esa ausencia de agua potable.
Los desequilibrios entre países ricos y pobres son enormes, según la ONU, que señala que cada vez que alguien usa una cisterna en occidente utiliza tanta agua como la que consume una persona del tercer mundo para beber, cocinar, lavarse y limpiar durante todo un día. «El consumo del preciado líquido ha duplicado el ritmo de crecimiento de la población durante el último siglo, pese a que hay lugares en el mundo, como Oriente Medio, el norte de África y el sureste asiático que tienen una deficiencia crónica de agua», explicó Frechette.
La ONU recuerda que el agua potable es un bien escaso, ya que aunque la superficie de la Tierra está cubierta por agua, sólo una fracción, un 2,5%, es agua dulce, de la que el 70% se encuentra en los casquetes polares. Ello significa que menos de un 1% del agua dulce es accesible para uso humano.
«La amenaza -para la salud, la seguridad alimentaria y el medioambiente, para la estabilidad en sí misma- es clara. Si dejamos que todo siga igual, en sólo dos o tres décadas dos tercios de la población mundial vivirá una moderada o grave escasez de agua», advirtió la vicesecretaria de la ONU.
Por último, Frechette dijo que con el Año Internacional del Agua también se pretende ayudar a lograr uno de los objetivos de la Declaración del Milenio, en la que los jefes de Estado y de Gobierno de todo el mundo se comprometieron a reducir a la mitad, para el año 2015, el número de personas que viven sin agua potable.