Filipinas seis meses después de Haiyan, aún se necesita mucha ayuda

Seis meses después de que el tifón Yolanda arrasara buena parte de Filipinas, varias ONG atienden las necesidades de los afectados, que aún son demasiadas
Por Azucena García 20 de mayo de 2014
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El tifón Haiyan arrasó la región central de Filipinas. El pasado 8 de noviembre, barrió todo lo que encontró a su paso en las islas de Leyte, Samar, Cebú y Panai. El balance fue estremecedor: unos 14 millones de personas afectadas, 4 millones de personas desplazadas, 6.201 fallecidas y 1.785 desaparecidas. La magnitud de estas cifras supone que, seis meses después, pese a los logros conseguidos, las necesidades sean aún muchas. Hasta el momento apenas se han cubierto el 52% de los fondos reclamados por Naciones Unidas y se pide mantener la colaboración con Filipinas. Sobre todo preocupa la situación de las personas más vulnerables, que lo han perdido todo y todavía hoy, además de reconstruir sus casas, han de reconstruir sus vidas.

Necesidades médicas

Tras un desastre como el ocurrido en Filipinas el pasado mes de noviembre, la salud es siempre una prioridad. Por ello distintas organizaciones que cubren esta área se desplazaron hasta la zona de la catástrofe y todavía hoy permanecen allí para atender las principales necesidades.

Médicos Sin Fronteras (MSF) explica que en Leyte la prioridad ha dejado de ser practicar cuidados de urgencia, para atender las enfermedades crónicas y la salud materno infantil. Urge que las mujeres dispongan de un lugar donde puedan acudir «para dar a luz de manera segura y gratuita», indica Akiko Matsumoto, coordinador médico adjunto de MSF en Filipinas. Esta organización colabora además en la reconstrucción del hospital provincial, «un centro de referencia para las mujeres que sufren complicaciones en el parto», y en el refuerzo del equipo de salud local para que se restablezcan cuanto antes todos los servicios de maternidad.

En Filipinas es prioritario atender las enfermedades crónicas, la salud materno infantil y la reconstrucción de hospitales y centros de salud

Por su parte, Médicos del Mundo España ha trabajado en Tacloban y Carigara, donde ha prestado asistencia sanitaria y ha ayudado a rehabilitar los dos hospitales de ambas zonas. En el de Tacloban, apoya el sistema de vigilancia epidemiológica y la gestión de farmacias hospitalarias, además de facilitar suministros médicos y cooperar en el manejo adecuado de residuos hospitalarios. Se quiere además mejorar los servicios de urgencias de este centro y reconstruir el hospital distrital de Carigara.

World Vision ha colaborado también en la reconstrucción de 25 centros de salud, a los que ha dotado de equipo médico.

Mientras, la ONG Plan ha mostrado su preocupación por la posible propagación de enfermedades infecciosas, como el dengue y el sarampión.

Agua y saneamiento

Además de atender las necesidades sanitarias de la población, MSF trabaja para reparar los sistemas de alcantarillado y de gestión de aguas residuales de Guiuan, así como en la distribución de agua potable, explica la organización. La proximidad de la temporada de lluvias exige una buena gestión del agua para evitar su acumulación, que podría provocar brotes de dengue, una enfermedad transmitida por mosquitos.

Desde Cruz Roja Española también se actuó con rapidez para la provisión de agua y su gestión, para lo cual desplegó su ERU de Agua y Saneamiento.

Desde UNICEF se ha ayudado, a su vez, a recuperar las fuentes de agua para el acceso a agua potable de más de un millón de personas, facilitar letrinas a unas 100.000 personas y suministros de higiene a más de 450.000 escolares «para evitar la propagación de enfermedades como la diarrea».

Niños y personas mayores

Sobre todo, UNICEF y sus aliados se centran en la población infantil. Casi seis millones de personas afectadas por Haiyan eran niños, a quienes han ayudado a regresar a la escuela, como principal signo de normalidad. En total, 470.000 menores han recibido material escolar y unos 135.000 han acudido a los 1.351 espacios temporales de aprendizaje, equipados con kits de escuela en una maleta, recreativos, de primera infancia y materiales de desarrollo.

Respecto a las medidas de protección, ha establecido 128 espacios amigos de la infancia, ha organizado actividades lúdicas, recreativas o de aprendizaje informal para 25.000 niños y ha formado a más de 5.000 trabajadores sociales y cuidadores para promover la recuperación psicológica y social y prevenir y hacer seguimiento de los casos de violencia, explotación, abuso y tráfico infantil. 

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Imagen: Helpage

Desde HelpAge España se recuerda la necesidad de incluir en cada fase de respuesta de la emergencia a las personas mayores, otro grupo muy vulnerable. Según un estudio realizado por el Departamento de Desarrollo Internacional de Reino Unido entre más de 7.000 personas mayores afectadas por el tifón, el 27% no ha recibido ayuda en relación al refugio, el 66% considera insuficiente la asistencia, solo el 38% de las mujeres solas de más de 80 años se ha beneficiado de ayuda para el refugio, el 67% de las mujeres y el 69% de los hombres cree que su salud se ha deteriorado tras el desastre y el 28% de las mujeres y el 26% de los hombres sostienen que han enfermado después de Haiyan.

HelpAge apuesta por actividades a largo plazo basadas en las necesidades identificadas en el citado trabajo, llevado a cabo con la información de voluntarios mayores que visitaron a más de 7.000 personas. Para todas ellas reclama ayuda en la reconstrucción de sus medios de vida, cubrir sus necesidades de alimentación diarias, proveerlas de un refugio seguro y cuidados básicos de salud, paliar su aislamiento y facilitar el acceso a sus derechos.

Reconstrucción de viviendas

Acción contra el Hambre (ACH) recuerda que el tifón dejó más de un millón de hogares por reconstruir. Sin embargo, estima que «la ciudad de Tacloban no podrá estar reconstruida hasta 2020», según Eduardo de Francisco, coordinador de la respuesta post-emergencia de ACH. La magnitud de los destrozos fue tal, que numerosas familias están aún fuera de sus casas, si bien en otros desastres, explica, «normalmente a estas alturas ya no debería haber familias viviendo en alojamientos de emergencia prefabricados». Ahora se inicia la fase de reconstrucción y rehabilitación y muchas familias comienzan a abandonar las tiendas que se improvisaron tras el desastre.

Oxfam Internacional ha alertado de que «la mayoría de personas damnificadas continúan viviendo en condiciones muy precarias» y muchas han reconstruido sus hogares con materiales que tenían a mano o «viven simplemente en tiendas de campaña a merced de las tormentas y las lluvias».

World Vision ha comenzando los proyectos de reconstrucción y rehabilitación de las comunidades más afectadas y afirma que su objetivo inmediato es levantar 14.000 casas en la zona de Visayas Central, junto con la prestación de ayuda en las áreas de educación, salud, acceso a agua potable y formación en reducción y preparación de desastres. «Es fundamental trabajar con las familias para que adquieran habilidades para hacer frente a futuras emergencias de modo que las consecuencias no sean tan nefastas», señala.

Apoyo a comunidades agrícolas y pesqueras

ACH alerta: en Filipinas hay 2,94 millones de personas en riesgo de desnutrición; de ellas, 6.000 son niños que sufren desnutrición aguda severa. La provisión de alimentos es fundamental, pero todavía es más importante facilitar medios de vida para no depender de estas ayudas.

La FAO anunció hace algunas semanas cómo, seis meses después del desastre, algunos campesinos de Filipinas han obtenido su primera cosecha de arroz. Estas cosechas eran el único medio de subsistencia y fuente de ingresos de millones de personas, que quedaron sin nada tras el paso de Haiyan por 600 000 hectáreas de tierras de cultivo arrasadas. Hasta 44.000 familias, una parte de los afectados, recibieron semillas de arroz del Departamento filipino de Agricultura y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), de manera que pudieron llegar a tiempo para la temporada de siembra -entre diciembre y enero-, por lo que «algunos ya han recolectado sus cosechas y otros lo harán en las próximas semanas, hasta principios de junio», detalla la FAO.

Las semillas se distribuyeron complementadas con fertilizante de urea y, según la FAO, «muchos agricultores están obteniendo ya rendimientos mucho más altos de lo normal». Así se espera que obtengan alimentos para el consumo familiar, semillas para la próxima temporada de siembra y excedentes de arroz para vender. Con este fin se han distribuido también 13.000 aperos agrícolas y más de 4.500 toneladas de fertilizantes a 80.000 familias afectadas.

Por otro lado, se ha prestado apoyo temporal a las familias que dependían del cultivo de cocoteros. El tifón arrasó unos 33 millones de cocoteros, que tardan entre seis y ocho años en ser productivos de nuevo. La FAO espera distribuir entre 30.000 productores de coco en pequeña escala «semillas de hortalizas, aperos agrícolas, equipos de post-cosecha y ganado, como búfalos, cabras, cerdos y aves de corral» para diversificar sus medios de subsistencia y aumentar su capacidad de soportar desastres futuros.

Por su parte, Oxfam apoya a los productores de coco y a las comunidades pesqueras, sobre todo a las mujeres, con «capital inicial para que puedan emprender pequeños negocios, así como redes, kits de pesca, semillas y fertilizantes». Además, ha alertado de las duras condiciones a las que se enfrentan los agricultores, debido a «las plagas de escarabajo rinoceronte que pueden diezmar los cocoteros que aún quedan y las tierras de labranza, poniendo en riesgo las escasas opciones para obtener ingresos», precisa María Mendoza, directora ejecutiva de Fair Trade Alliance (FTA)

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